Por Marcelo A. Corti – Director Ejecutivo del Centro de Desarrollo Sustentable GEO de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA
El pasado 14 de mayo de 2021, el Congreso sancionó la Ley de Educación Ambiental Integral en Argentina. Esta es una Ley que tiene diversos objetivos, tales como: promover el desarrollo de la Estrategia Nacional de la Educación Ambiental Integral (ENEA), la equidad, la igualdad de género, el respeto y valor de la biodiversidad, entre otros. Además, propone impulsar el desarrollo de las Estrategias Jurisdiccionales de Educación Ambiental, garantizando la creación y existencia de un área específica para la educación ambiental dentro de las respectivas carteras ambientales del Gobierno Nacional, de las jurisdicciones provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Por otro lado, se relaciona directamente con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4, que es la “Educación de calidad”. Sin embargo, es transversal a todos los ODS debido a su importancia como instrumento de formación ciudadana, concientización ambiental y el ejercicio del derecho a un ambiente sano y equilibrado.
Es en este marco, donde las nuevas generaciones traen en sus mochilas la impronta de una conciencia social y ambiental que demanda repensar nuestros consumos y prácticas, la mejor forma de empezar a cambiar el mundo es mediante la educación, el medio por el cual los niños y niñas de hoy se convierten en los ciudadanos del futuro.
En línea con lo anterior, indudablemente la educación es la herramienta más poderosa con la que contamos para transformar la realidad, para cambiar patrones de un mundo que debe ser reconfigurado en pos de la construcción de una nueva normalidad.
La sanción de esta Ley permite ir más allá y educar no solo sobre cuestiones como no derrochar agua o separar residuos, sino también profundizar sobre la responsabilidad y los derechos que cada uno de los jóvenes tiene con respecto al mundo en el que vive.
Para finalizar, las preocupaciones y demandas de la ciudadanía configuran las agendas políticas y las prioridades gubernamentales. Aquí radican las oportunidades y necesidades de educar para hacer frente a las exigencias globales en el mediano y largo plazo.