Por Patricia Marino – Director en Intergeo Argentina
Descarbonizar el planeta exige desarrollar innovaciones en el campo de la energía que forzosamente demandan el uso de ciertos minerales críticos. Así lo expresa Patricia Marino, socia de la consultora especializada Intergeo, quien reflexiona sobre las posturas anti-extractivistas.
De acuerdo con todos los pronósticos científicos, es necesario acelerar el proceso de descarbonización de la economía para alcanzar el objetivo del Acuerdo de París. Esta meta, por cierto, viene a paso lento, considerando que en apenas 20 años se han verificado los máximos niveles de concentración de gases de efecto invernadero (GEI).
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), durante 2022 se emitieron 36.800 millones de toneladas (Tn) de dióxido de carbono (CO2) para generar energía en todo el planeta, volumen que representó un 0,9% más que en 2021.
Las previsiones económicas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) demuestran la necesidad de emprender de manera urgente acciones sostenibles con el planeta y sus recursos naturales. Si bien todo, o la gran mayoría, del sistema productivo global está basado en el carbono, ¿cómo transitar el camino hacia una transición sustentable?
La realidad demuestra que el proceso de reconversión requiere de tres pilares fundamentales: voluntad política, financiamiento y tecnologías innovadoras.
Podemos mencionar a la Comunidad Europea (CE) y a Estados Unidos, con la administración Biden, como ejemplos de firmeza política para tomar el toro por las astas. Citemos, por caso, el Objetivo 55, donde la Legislación Europea sobre el Clima impuso un objetivo climático de reducir las emisiones de la Unión Europea (UE) en al menos un 55% de aquí a 2030.
En cuanto al financiamiento necesario para que los países en vía de desarrollo puedan acceder a las tecnologías de reconversión, la cosa está en veremos. Numerosas cumbres y reuniones ven retrasados los acuerdos cuando se quiere llegar, precisamente, a un acuerdo de financiación. Es poco lo logrado y mucho lo que se necesita.
¿Y con respecto a las tecnologías? Aquí debemos mencionar que se ha avanzado muchísimo en la última década. Ya están en marcha molinos eólicos, paneles fotovoltaicos, producción de hidrógeno verde, sistemas de captura de carbono y hasta baterías de estado sólido que prometen más autonomía, entre otras innovaciones.
Cuello de botella
Pero es justamente en la tecnología donde está el cuello de botella. ¿Existen dispositivos suficientes para abastecer a todo el planeta y cortar de cuajo la economía de carbono?
La respuesta es “ni”. Los sistemas eólicos, los fotovoltaicos y la movilidad eléctrica requieren de una cantidad de minerales que no siempre se encuentran accesibles, tales como el cobre, el litio, el níquel, el manganeso, el cobalto, el grafito, el zinc y las tierras raras, entre otros recursos esenciales para la puesta en funcionamiento de los coches eléctricos, las turbinas eólicas y otras energías. Entonces, el dilema lo enfrenta la industria minera, que debe aumentar su producción a fin de abastecer los minerales críticos para todo el planeta que implica la transición energética.
El debate enfrenta a quienes aseguran que las actividades mineras generan un impacto ambiental irreversible, por un lado, y a quienes protestan por la explotación de los hidrocarburos, por otro.
En definitiva, los mismos que luchan contra la minería son los que exigen la descarbonización del planeta. ¿Hay manera de avanzar hacia la descarbonización entre estas dos posturas?