Un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) relaciona por primera vez la degradación del suelo y la desertización con el cambio climático y pone énfasis en la reducción del desperdicio de alimentos y en el consumo de dietas balanceadas para disminuir el denominado “efecto invernadero”.
El reporte difundido hoy por esa oficina de Naciones Unidas destaca que en el mundo un tercio de la comida se pierde o se desperdicia y que las principales causas difieren entre países desarrollados y en desarrollo, tiene que reducir esta pérdida sería un factor clave en la lucha contra el cambio climático.
El informe “El cambio climático y la Tierra” -aprobado por los 195 signatarios del Acuerdo de París- asegura que el uso del suelo es un recurso crítico a la hora de enfrentar el cambio climático.
La agricultura, la silvicultura (disciplina sobre gestión de bosques) y otros tipos de uso representan “el 23% de las emisiones de efecto invernadero”, remarca el documento del IPCC.
A su vez, estos “procesos naturales de la tierra absorben dióxido de carbono equivalente a casi un tercio del emitido por los combustibles fósiles y las industrias”, destacó Hans-Otto Portner, especialista del organismo.
Por su parte, Natascha Hinsch, directora de la Red Argentina de Banco de Alimentos, señaló a Télam que “la descomposición de los alimentos que se desperdician generan gases que agravan las consecuencias del cambio climático”.
“Los bancos de alimentos colaboran para que el cambio climático no siga aumentando”, señaló Hinsch y agregó que el año pasado en la Argentina se rescataron “12 millones de kilos de alimentos, pero se desperdician anualmente 16 millones de toneladas, mientras que en el mundo llega al 30% del total de la producción”.
En tanto, Debra Roberts, otra especialista del IPCC, detalló que las dietas balanceadas -con más alimentos a base de granos, legumbres, frutas y verduras y con carnes animales producidas de manera sostenible- presentan “oportunidades para limitar el cambio climático”.
“Algunas dietas requieren más agua y más tierra, y causan más emisiones de gases que aumentan el calentamiento global”, detalló.
Carolina Vega, investigadora del Conicet que participó del documento del IPCC, aseguró que “la forma en que producimos los alimentos importa tanto como nuestra dieta.”
“El reporte concluye que las dietas basadas en alimentos de origen vegetal (cereales, legumbres, frutas y verduras) y animal, producidos de forma sostenible, se adaptan mejor al cambio climático y limitan sus efectos”, precisó.
Para la doctora en Ciencias Atmosféricas del Conicet, ambos factores “contribuyen a un manejo sustentable del suelo y a una mejor nutrición”.
Vega remarcó que “el cambio climático está empeorando y está socavando la seguridad alimentaria”.
Con respecto al sector frutihortícola, Hinsch advirtió que en nuestro país el “45% de los alimentos desperdiciados” corresponden a ese sector porque “es más caro levantar la cosecha que venderla”, y señaló que para evitar este problema es necesaria la regulación por parte del Estado y “organizar de manera eficiente la producción”.
A su vez Hernán Giardini, coordinador de la Campaña de Bosques de Greenpeace Argentina, señaló que el informe del IPCC “confirma la importancia de los bosques y lo que estos brindan en materia de biodiversidad, y pone énfasis en los beneficios de un adecuado uso del suelo”.
“La industria de la alimentación tiene que ir de la mano con el cuidado del suelo y este informe pone el foco en la ganadería y la agricultura”, señaló a esta agencia.
Giardini llamó a “hacer una reflexión y pensar qué es lo que consumimos y cómo llega a nuestra mesa. Bajar el consumo de carne -remató- es una cuestión cultural, más en nuestro país”.