Más de 600 ballenas han llegado recientemente a las costas de Nueva Zelanda, sin que los expertos sepan el motivo del fenómeno. Los cetáceos que protagonizaron la migración son ballenas piloto, que pueden medir hasta 6 metros de longitud y pesar más de 3 toneladas.
El arribo masivo de estos ejemplares comenzó con la presencia de 400 ballenas varadas en una playa de la población de Nelson, en el norte de la isla sur del archipiélago.
Trescientas de ellas murieron, pero un grupo numeroso de voluntarios consiguió reflotar al centenar restante en un operativo de salvataje, para el que formaron una cadena humana. La proeza fue seguida desde la costa por una multitud que animó a los voluntarios con canciones y consignas conservacionistas.