El vertido masivo y frecuente de miles de litros de agua con residuos del lago Okechobee, el mayor de agua dulce de Florida, en los estuarios de los ríos St. Lucie y Caloosahatchee ha creado una verdadera crisis ecológica en el ecosistema del estado norteamericano. Organizaciones ambientalistas tales como Audubon Florida lo consideran ya un desastre ecológico, una suerte de “bomba de relojería” química instalada en el frágil humedal de los Everglades.
Los análisis de las tomas de descargas del lago Okeechobee en los estuarios del St. Lucie, en la costa este del estado, y el Caloosahatchee, en la oeste, dieron positivo en “fósforo y nitrógeno procedentes de aguas pluviales, residuales, fertilizantes y residuos de la industria ganadera”, detalló Celeste de Palma, directiva de política ambiental de Audubon, en diálogo con la agencia EFE.
La ambientalista apuntó que tanto el lago Okechobee como los estuarios citados conforman ecosistemas “naturalmente bajos en nutrientes”, por lo que las descargas de agua rica en estas sustancias químicas “generan un desequilibrio en el ecosistema”, con la aparición de “brotes de algas, muertes de peces y agua de color verde o marrón oscuro”.
Preocupan de forma especial las cianobacterias, también conocidas como alga verde azulada, microorganismos que se desarrollan en un ambiente alto en nutrientes, y que pueden producir toxinas y envenenar a los animales que habitan el mismo medio o beben esa agua.
Con el “agravante”, añade De Palma, de que “si el ser humano entra en contacto con el agua” contaminada puede sufrir afecciones respiratorias y hasta heridas cutáneas.
El Departamento de Protección del Medioambiente de Florida (DEP), por su parte, aseguró que el brote de algas detectado en el río St.Lucie, cerca de la zona sur del lago de Indian River, “no es tóxico”. Sin embargo, los medios locales recogieron que este tipo de alga es similar a la detectada en mayo pasado en el lago Okechobee, que sí lo es. En cualquier caso, opinó De Palma, “afecta al ecosistema generando pérdidas en la industria pesquera, turística e incluso de bienes raíces”.
El oscurecimiento de estas aguas fueron efecto, según medios locales, del vaciado de unos 11.355 millones de litros de agua del lago Okechobee en el río Caloosahatchee, una operación realizada por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos. Este tipo de operaciones se realizan periódicamente, ante el temor de que las aguas del lago Okechobee, de unos 1.900 kilómetros cuadrados, puedan desbordar o incluso romper el viejo dique Hoover, construido hace 75 años.
De Palma, sin embargo, se mostró convencida de que estas medidas de ingeniería hidráulica con vertido del agua sobrante en los ríos no son las adecuadas para aliviar el lago. Para ella, la solución pasa por, primero, “almacenar el agua procedente del lago en un embalse en el llamado Área Agrícola de los Everglades (EAA)”, para luego “limpiarla y derivarla al sur, hacia el Parque Nacional de los Everglades y la Bahía de Florida”, humedales que reclaman agua dulce y una restauración con urgencia.