El río Sena, desbordado en algunos tramos de París, alcanzó este lunes su máximo previsto para este episodio de crecida, tras días de incesantes lluvias que pusieron en alerta a los habitantes de París.
No obstante, esta crecida, que ha paralizado una parte de la rica actividad turística que genera el Sena, es inferior a la de junio del 2016 (6,10 metros), la peor de los últimos 30 años, y está muy lejos de la crecida histórica de 1910 (8,62 metros), que dejó daños millonarios.
Se espera que las aguas comiencen a bajar en los próximos días. Pero su descenso podría ser “muy lento”, advirtió el organismo de vigilancia de inundaciones. “Tomará semanas volver a una situación normal”, señaló por su parte un responsable de los servicios medioambientales, Jérôme Goellner.