Por: Lic. Esp. Garay Daniela Noel – Voluntaria en Administración Sustentable del Centro de Desarrollo Sustentable GEO – Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires
Las consecuencias del cambio climático, el crecimiento poblacional y el consumo desmedido de los recursos naturales han generado el desabastecimiento de reservas naturales destinadas al sustento de generaciones, tanto presentes como futuras. Sumado a esto, la ausencia y desactualización de políticas públicas que regulen el uso de los recursos y definan un buen destino de los residuos provocaron desequilibrios ecosistémicos.
Por otro lado, la falta de educación ambiental es cada vez más evidente. En la escala de valores, para un niño es más ponderado un juguete electrónico que entender que un litro de agua conlleva tiempo de ciclos naturales para poder generarse nuevamente.
Las sociedades modernas, acostumbradas a la abundancia, no dan cuenta de que existen recursos naturales que han comenzado a ser finitos, tal es el caso de nuestro recurso vital, el agua.
De acuerdo con Beatriz Rodríguez de Robles, experta en temas de agua y sostenibilidad, “A lo largo de la historia de la humanidad, asegurar el acceso al agua dulce ha sido vital para la estabilidad social de las culturas y las civilizaciones”. El agua se configura como un indicador de pobreza en los sondeos poblacionales, ya que no acceder al agua potable trae consecuencias como enfermedades y desnutrición.
A pesar de lo recién mencionado, los esfuerzos por cuidar este recurso no han sido suficientes, siempre estuvieron orientados al uso doméstico descuidando el consumo de la actividad industrial.
La huella hídrica de las industrias son relativas a la razón de ser de cada empresa. La industria textil se ubica en el segundo lugar del ranking de las actividades económicas de mayor consumo y contaminación de agua a nivel global. Según la Asociación Argentina de Químicos y Coloristas Argentinos “Producir un pantalón de jean consume diez mil litros de agua aproximadamente”. A ello se suman las aguas residuales saturadas de tintes sintéticos, metales, materia orgánica volátil ó diluida, y químicos, entre otras sustancias nocivas que resultan del proceso de producción. En muchos casos, al no contar con una gestión adecuada de las aguas residuales, genera elevados niveles de contaminación provocando problemas ambientales y de salud. Un informe de la BBC “El enorme “basurero del mundo” de ropa usada en el desierto de Atacama”, pone en evidencia los graves problemas ambientales que producen los desechos textiles (40 mil toneladas al año) que provienen de Estados Unidos y Europa, donde su disposición final es en vertederos clandestinos en zonas francas de Chile.
Otra industria que consume gran cantidad de este recurso es la alimentaria. Según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura “Generar un kilo de carne de consumo se necesitan 15 mil litros de agua”, sin tener en cuenta la huella de carbono y metano, la erosión de suelo por la producción de cereales y gramíneas para consumo del animal, entre otros factores. Además, sostiene que la agricultura utiliza el 70% de toda el agua consumida a nivel mundial.
Pese al consumo, elevada contaminación y uso de recursos para satisfacer la demanda de alimentos, según las estadísticas de la FAO en Argentina se desperdician 16 millones de toneladas de alimentos por año, equivalente a 362 kg por persona.
En base a lo expuesto, podemos reflexionar que la administración sustentable es hoy la clave para reducir estos hábitos que se han instalado en la sociedad. Las industrias y empresas deberían estar obligadas a incorporar políticas sustentables en sus cadenas de valor.
A continuación, se mencionan algunos consejos para que las organizaciones logren disminuir su huella hídrica.
- Es importante que todo el equipo de trabajo se comprometa a incorporar hábitos sustentables.
- Diseñar redes hídricas dentro de la empresa que permitan la reutilización del agua.
- Se sugiere aplicar sistemas de saneamientos biológicos para el tratamiento de efluentes.
- Al sumar espacios verdes (sumideros de CO2 naturales) siempre incorporar plantas nativas, colaboran con el ecosistema y se adaptan a las condiciones hídricas de la zona.
- Implementar sistemas de riego automáticos o que regulen el suministro de agua a las plantas. Regar en los horarios adecuados (mañana y noche).
- Realizar el mantenimiento y control necesario de la empresa para evitar posibles pérdidas de recursos, como fugas de agua por los grifos.
- Utilizar productos orgánicos o biodegradables para limpieza e incluso en el teñido o blanqueo de textiles (aplicable para hoteles).
Es posible afirmar que los desafíos de las generaciones presentes se vinculan principalmente al acceso de los derechos humanos universales, entre ellos el agua potable. Vivir de forma consciente, con una perspectiva sostenible y de cuidado hacia los recursos naturales será la clave para garantizar los derechos de las futuras generaciones. Tanto las organizaciones como los individuos deben orientar sus esfuerzos hacia esta meta. Solo si todos trabajamos para ello, lograremos cumplirla y garantizar un futuro más optimista.