Por Alejandro D. Brown – Presidente Fundación ProYungas.
En un cuento muy famoso publicado en el año 1975, el escritor colombiano Gabriel García Márquez refleja como pocos, cómo se construye una profecía auto cumplida. El cuento se inicia con una señora mayor que duerme mal una noche y se despierta “con malas sensaciones” que transmite a su nieta, quien divulga este malestar entre los más allegados quienes ríen… “No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen…” le dice la madre. La historia se va replicando en distintos espacios donde la gente del pueblo se reúne habitualmente para socializar (un bar, una carnicería) y dicha premonición va explicando distintas circunstancias, interpretadas ahora como anómalas en la vida cotidiana… Y cosas normales pasan a ser extrañas, llamativas.
¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo? ¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor! Tanto calor que es un pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos…
Sin embargo dice uno, a esta hora nunca ha hecho tanto calor. Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor. Sí, dice otro… pero no tanto calor como ahora.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: ¡Hay un pajarito en la plaza! Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.
Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan. Sí, pero nunca a esta hora afirman otros…
Y así el temor cunde en el pueblo hasta que sus habitantes, presos de un miedo terrible deciden abandonarlo y quemar sus casas por las dudas… Y en esa columna de pueblerinos huyendo del pueblo humeante, desde arriba de un carro se escucha a una vieja que dice: Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca…”.
Este cuento viene a raíz que cada vez de manera creciente vemos en hechos normales o cuasi normales, señales ineludibles de desgracias ambientales. En cómo vuelan o cantan las aves, en el color del cielo, en la temperatura, en la intensidad de los rayos solares, en la lluvia intensa o el viento cálido, en los dolores corporales.
Y si bien la gente rural tiene un vínculo estrecho con las señales de la naturaleza, muchos de estos comentarios (y a veces conclusiones) provienen del mundo urbano, que hoy por hoy alberga a más del 90% de nuestra población (habrá que ver que dice el censo 2022) y que miran a la naturaleza con nostálgica resignación.
La temática ambiental es muy importante que sea considerada para asegurar un futuro razonable a la humanidad, y sin duda estamos en tiempos relevantes, porque conocemos cada vez más y mejor cómo funciona nuestro universo, y cómo nuestras actividades impactan sobre el ambiente y éste en definitiva sobre nosotros.
Pero para evaluar correctamente lo que puede acontecer y cómo dar una respuesta adecuada, debemos apoyarnos en la mejor información disponible y asumir que los recursos tecnológicos y económicos, nuestra capacidad de organizarnos y disponer de una gobernanza adecuada, son los elementos indispensables para hacer frente a las eventuales y muchas veces sorpresivas señales de la naturaleza.
Por eso, la mejor manera de enfrentar el futuro, y particularmente el futuro vinculado con la temática ambiental, es apostar a la generación de información, apostar a formar recursos humanos altamente calificados y a tener los recursos económicos suficientes para permitir su pleno desarrollo.