Las emisiones de gases de efecto invernadero marcaron récords el último año. Estos datos añaden presión sobre los objetivos climáticos de descarbonización para 2030, motivo por el que sectores como el de la aviación buscan alternativas para poder seguir operando en un escenario en el que el clima está en el centro de la diana.
El combustible sostenible es lo que se conoce en inglés como Sustainable Aviation Fuel (SAF). Para poder considerarse así debe reducir sus emisiones en hasta un 60%, además de que su materia prima debe ser extraída mediante técnicas que no dañen el medioambiente.
Ya hay aerolíneas que utilizan estos tipos de combustibles. Es el caso, por ejemplo, de Iberia en Europa o United en Estados Unidos. El uso de este tipo de energía, además, no requiere de ninguna modificación técnica en los aviones, por lo que incluirla en el corto plazo no debería suponer ningún problema.
El único hándicap es que las aerolíneas enfrentan en estos momentos una crisis importante. Después de la recuperación por la pandemia, la guerra de Ucrania también está afectando al sector. Sobre todas aquellas rutas que se han visto obligadas a alargar sus trayectos para evitar la zona de conflicto. Esto significa más gasto en combustible, y el SAF es uno de los más caros.
No obstante, el Foro sobre aviación regional sostenible, organizado por Air Nostrum y la Asociación europea de aerolíneas regionales (ERA), ha reivindicado el esfuerzo que está haciendo el sector por la descarbonización, aun siendo de los transportes que menos emisiones provoca.
Más allá de la implantación del SAF, los fabricantes trabajan también en mejorar la eficiencia de los aviones para que consuman menos combustible y su mantenimiento sea más económico, así como en el desarrollo del hidrógeno como fuente de energía y también en un futuro avión eléctrico.