Todos los buques de la Armada y las bases argentinas en la Antártida están realizando un exhaustivo trabajo y control sobre la clasificación, reducción de volumen y posterior tratamiento de la basura que se genera en cada campaña.
Más allá de promoverse la consciencia ambiental entre el personal, sobre todo en términos de la gestión sustentable de los residuos, las bases cuentan con compactadoras y hornos pirolíticos donde pueden quemarse los desperdicios orgánicos.
La normativa se halla establecida en el Protocolo de Madrid, que determina que no puede realizarse ninguna intervención al medio ambiente en el continente blanco. Es decir, que no puede afectarse la flora y la fauna ni desecharse residuos en forma incorrecta.