El desperdicio de alimentos es una preocupación de alcance mundial. A nivel local, se estima que se desperdicia alrededor de un 45% de la producción frutihortícola. Según Mercedes Nimo, subsecretaria de Alimentos y Bebidas del Ministerio de Agroindustria, es paradójico que esto ocurra cuando hay mucha gente sin una nutrición adecuada.
¿Cómo se trabaja desde el Estado para combatir esta problemática?, preguntamos a Nimo.
Hicimos un relevamiento de la situación en el país, ya que hasta el año pasado no teníamos datos puntuales. Nuestro estudio determinó que en la Argentina desperdiciamos 16 millones de toneladas (Tn) anuales de alimentos; es decir, cerca de un 12% de la producción nacional. Si bien estamos un poco por debajo del promedio global (que oscila en torno a un 30%), pensar en esta cantidad de alimentos que no se aprovechan, teniendo en cuenta la situación de vulnerabilidad de buena parte de nuestra población, es sumamente preocupante. Por eso emprendimos un proceso de concientización entre productores, transportistas y consumidores.
¿En qué se diferencian los conceptos de “pérdida” y “desperdicio”?
Las pérdidas se generan en el proceso productivo; es decir, en el trabajo que hacen los productores, en la industria. Los desperdicios, en cambio, tienen lugar en el último eslabón de la cadena, donde estamos nosotros, los consumidores, pero también los restaurantes, los supermercados, los servicios de catering, etc. Los ciudadanos debemos tener claro que hay un montón de comida que se desperdicia en estos ámbitos. Es clave tomar ciertos recaudos al hacer las compras (chequeando las fechas de vencimiento de los productos), además de controlar qué tenemos en la heladera y cocinar en función de lo que come cada comensal, entre otros hábitos a mejorar.