Por Manuel Saurí – Director Ejecutivo de Proyecto Agua Segura
El deterioro de nuestros ecosistemas producido por la crisis climática en curso, nos pone ante el desafío más importante de todos: transformar el modo de desarrollo y pensar soluciones que no sólo cuiden a la naturaleza, sino que estén basadas esencialmente en ellas. Diseñar estrategias de gestión sostenibles de los ecosistemas, recuperando o incrementando los beneficios que brindan a las personas, permite abordar desafíos sociales que mejoran la vida de millones de personas en todo el mundo.
El caso del agua es evidente, porque se encuentra en el centro del desarrollo de cualquier proyecto personal o colectivo. Sin agua, no hay vida, no hay trabajo, no hay proyectos. Sin agua segura, no hay salud, no hay igualdad, no hay progreso. La protección y restauración de las fuentes y ecosistemas que contienen este recurso, es condición de posibilidad de desarrollo de cualquier sociedad.
El agua es tan finita como nuestra Tierra y el calentamiento global está modificando el ciclo del agua condicionando año a año su acceso, llevando a los sectores más vulnerables a sufrir las consecuencias más duras de esta crisis. Según el Banco Mundial, en las próximas tres décadas, el sistema alimentario global necesitará entre un 40% y un 50% más de agua; la demanda de agua a nivel municipal e industrial ascenderá entre un 50% y un 70%, y la demanda de agua para usos energéticos se incrementará en un 85%.
En este sentido, la restauración de humedales, ríos, costas, bosques y cada ecosistema que brinda a la humanidad su riquísima biodiversidad, no solo es un acto moralmente responsable, es una condición de posibilidad de cualquier proyecto futuro. En el caso de las empresas, por ejemplo, la estimación y el monitoreo del riesgo hídrico de cualquier emprendimiento, representa una herramienta fundamental para poder ejecutar una inversión que sea rentable y duradera. Un estudio realizado en 2017 por la consultora Trucost demostró que si hubiera que absorber el costo total del deterioro de la disponibilidad
y de la calidad del agua, el resultado sería una reducción promedio de las ganancias del 44% para las empresas de servicios públicos, y del 116% para las compañías de alimentos y bebidas.
En definitiva, de lo que se trata es de comprender que apostar a la protección y restauración de la naturaleza, no solo nos permite vivir en armonía con nuestro
entorno, sino que es la única forma de salir del laberinto en el que nos hemos metido.
Las soluciones basadas en la naturaleza ofrecen ventajas competitivas a la hora de reutilizar recursos que de otra manera serían residuos, enriquecen a las comunidades, y ofrecen a gobiernos y empresas la oportunidad de poner en marcha proyectos sostenibles que permitan afrontar los retos venideros.
En este 5 de junio, la ONU invita a pensar el planeta como Una Sola Tierra, una única casa a la que debemos recuperar con iniciativas resilientes y transformadoras que aprovechen su riqueza y gestionen sus recursos como bienes públicos que deben ser protegidos y tratados de manera sostenible.
En este Día Mundial del Medio Ambiente y en todos los días, renovamos la oportunidad de afrontar este desafío para inspirar en cada
acción el mundo que queremos y el modo en que queremos vivirlo.