Por: Marcelo A. Corti, Director Ejecutivo del Centro de Desarrollo Sustentable GEO (UBA) y Diego Pontorno, Coordinador del Programa de Gestión y Cambio Climático del Centro de Desarrollo Sustentable GEO (UBA).
Este fin de semana finalizó la 26º Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (denominada COP, del inglés Conference of Parties), que inició el 31 de octubre con altísimas expectativas por parte de la comunidad internacional y de la sociedad civil global, al punto de ser una de las más importantes de la historia y la que ha batido récord de asistentes y actores internacionales en la ciudad escocesa de Glasgow.
A horas de finalizar, el saldo amargo de la COP 26 nos ha dejado una serie de acuerdos (no vinculantes y con baja predisposición a incluir la consideración a los Derechos Humanos) relacionados con la reducción de emisiones de metano, la protección de bosques y del suelo para 2030, y el fin de nuevas centrales eléctricas a base de carbón, entre otros. Acerca de ello, “esta Cumbre no ha sido fructífera, más bien ha sido un fracaso”, ya que “solo sirvió para asumir compromisos sin mecanismos de seguimiento y para aumentar el ego de los líderes mundiales, sin lograr resultados ni acciones concretas para el corto plazo”, añade. Aún sabiendo que este año hay mucha participación ciudadana, en especial de la juventud y los movimientos sociales y ambientales, y considerando la crisis global que generó la pandemia por el COVID-19, esta Cumbre ha servido para gastar dinero en diplomacia y lavado de imágenes, que poco se acercan a cumplir el objetivo de mantener a raya el aumento de temperatura global.
En este sentido, el Coordinador de Gestión y Cambio Climático del Centro de Desarrollo Sustentable GEO, Diego Pontorno, plantea que “el planeta y todos los seres vivos que lo habitan están siendo testigos de un evento de magnitudes catastróficas como es el cambio climático causado por la actividad humana, y esto debe ser la señal para que líderes mundiales y regionales actúen ahora y no en 2030”. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) lo terminó de confirmar en la primera parte de su Sexto Informe, donde establece que el calentamiento global de 1.5°C y 2°C respecto a la época preindustrial sería superado en este siglo, a menos que se lleven a cabo reducciones profundas de CO2 y otras emisiones de gases de efecto invernadero en las próximas décadas.
Ahora bien, en el caso particular de Argentina, si bien se hizo hincapié en la necesidad de financiamiento climático para implementar políticas climáticas y de utilizar el canje de deuda por acción climática, el mayor anuncio fue realizado por el gobierno, sobre la futura producción y exportación de hidrógeno verde en la provincia Rio Negro. Sin embargo, dicho anuncio no forma parte de una estrategia de país donde debieran participar todos los Ministerios y donde se deje de fomentar a los hidrocarburos como fuente de energía.
Si decimos que la COP 26 representa un fracaso tanto para el planeta como para nuestro país, es porque los compromisos asumidos no han dejado de lado los egos y posicionamientos geopolíticos de las naciones líderes aun sabiendo que el cambio climático impacta e impactará de manera más intensa y extrema en los países menos desarrollados.