Según informó el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Conicet, el costo promedio de la canasta de servicios públicos de una familia del Área Metropolitana de Buenos Aires trepó entre diciembre y marzo de 29.487 a 75.429 pesos, un 156 por ciento, impactada principalmente por las tarifas de electricidad, gas natural y agua. Al desagregar por servicio, se observa que la suba de la energía eléctrica pasó de $ 12.667 a $ 25.227 promedio, un 99% más. Y todavía resta avanzar con la eliminación de los subsidios para los usuarios englobados en el nivel 2 (ingresos bajos) y el nivel 3 (ingresos medios).
Con estos aumentos y la inminente llegada del frío, se hace cada vez más necesario tomar conciencia y recaudos para disminuir el consumo de electricidad, ya que según ANDIMA, Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes – Lana de vidrio, Poliestireno Expandido y Poliuretano- el 50% del consumo de energía en los hogares de la Argentina es por la climatización de los ambientes. Es decir que, en promedio, la mitad de lo que cada usuario paga de energía se debe a refrigerar o calefaccionar la casa.
Hay básicamente tres formas potenciales para consumir menos energía en un hogar, aunque el resultado del ahorro es diferente en cada uno. El más eficiente y con el que mayor ahorro se consigue es con la aislación térmica. “Los materiales de aislación térmica eficiente permiten ahorrar hasta un 35% en el consumo de energía y hasta un 70% en las facturas de gas y luz, consumidos para climatizar. Además, tienen una vida útil que acompaña la vida de una vivienda“, explica Javier Maltz, presidente de ANDIMA. Además de aislación térmica, eficiente también se puede ahorrar energía utilizando calefones solares y artefactos sin piloto, que permiten reducir el consumo total hasta un 18% y, por último, los artefactos eficientes (electrodomésticos de Clase A) y lámparas LED, que permiten ahorrar solamente un 9% en el consumo energético.
Está comprobado que, los hogares con una mala aislación térmica eficiente suelen tener un aumento considerable en la factura de la luz y el gas, ya que no consiguen conservar la temperatura y por consiguiente generan una pérdida constante de energía a través de los techos, muros y pisos.