Por: Claudia Villanueva. Abogada. Esp. en Derecho y Política de los Rec. Naturales y del Ambiente
A partir del 7 de diciembre de 2020, un elemento ya vital, cada día más escaso y de extrema necesidad para combatir el Covid-19, el agua, cotiza en el mercado de futuro de material primas en la Bolsa de Nueva York.
El nuevo commodities se denomina NQH2O, índice Nasdaq Veles California Water Index. Su precio está conformado por los contratos futuros del agua en California, que cotizaba el lunes a unos 486,53 dólares por acre-pie la medida Estadounidense equivalente a 1.233 metros cúbicos.
Solo para ilustrar una comparación el mismo día el oro cotizo 1,846.46 la Onza. Si bien la diferencia es de 100%, seguramente no faltara mucho para que los niveles se equiparen. Desde esta misma editorial hemos vislumbrado hace varios años, cuando el agua se consagro el 28 de julio de 2010 a través de la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.
¿Cómo podrán ser compatibles ambas realidades?
El ODS 6 sobre Agua Limpia y Saneamiento, nos presenta con crudeza la escasez de agua que afecta a más del 40 por ciento de la población mundial. Esta cifra crecerá debido a al cambio climático y el aumento de las temperaturas globales. El mandato de la ONU es: “Con el fin de garantizar el acceso universal al agua potable segura y asequible para todos en 2030, es necesario realizar inversiones adecuadas en infraestructura, proporcionar instalaciones sanitarias y fomentar prácticas de higiene.” Una duda, un desafío.