El agua es esencial para la vida humana, representa el 60% del peso de un adulto y el 75% del peso de un niño. Por ello, es importante mantenerse hidratado a lo largo del día eligiendo el agua como la opción más saludable, en tanto que no incorpora calorías ni otros elementos al organismo. Sin embargo, no siempre somos conscientes acerca de la importancia de beber la suficiente cantidad.
De acuerdo con la encuesta nacional realizada por la Division Insigths de la consultora Kantar para Nestlé Pureza Vital en junio de 2019, las infusiones encabezan el ranking de bebidas más consumidas por los argentinos con el mate en primer lugar. En el caso del agua corriente o de red, filtrada y sin filtrar, es consumida por casi 7 de cada 10 argentinos y el agua mineral concentra el consumo de 3 de cada 10, apenas por encima de las gaseosas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el consumo de 2L de agua por día para los adultos mayores de 18 años. Sin embargo, en nuestro país, el promedio de agua diaria consumida por adultos es menor, ya que un 33% consume entre 1,5L y 2L mientras que un 55% consume menos de 1,5L.
Asimismo, el European Food Safety Authority (EFSA) definió en 2010[1] las recomendaciones para el consumo de agua según la edad, género, situación vital (embarazo, lactancia) temperatura del ambiente y nivel de ejercicio que realice cada individuo. Las mujeres embarazadas deberían incrementar en 300 ml la ingesta de líquidos, en tanto durante la lactancia, se propone un aumento de 700 ml diarios.
Para los niños hasta el año se recomienda el consumo de 680ml. a 1lt., mientras que para los niños entre 1 y 13 años la recomendación aumenta desde 1.1lts a 1.9lts, a medida que crecen.
De acuerdo con los resultados de la encuesta, la leche es la bebida más consumida alcanzando un resultado de 84% entre 1 y 5 años y de 67% entre niños de 6 a 12 años. El agua filtrada junto con el agua mineral ocupa el tercer y cuarto lugar, luego de los jugos que se encuentran en la segunda posición. Es decir, el agua mineral es consumida por 4 de cada 10 niños de 1 a 5 años y por 3 de cada 10, de 6 a 12 años.
El consumo de agua es fundamental para que el organismo funcione de manera adecuada: favorece la eliminación de residuos a través de la orina, controla la temperatura, modula la frecuencia cardíaca y presión arterial, lubrica articulaciones, participa en distintas vías metabólicas y facilita la digestión.
Cuando se presenta la sed, el organismo ya se encuentra con una leve deshidratación, por eso la clave es no esperar a tener sed para beber. Pequeñas pérdidas de agua pueden alterar el funcionamiento del organismo; con tan solo una reducción del 2% del agua corporal aumentan las posibilidades de presentar lesiones musculares al realizar ejercicio, calambres o cefaleas y la deshidratación con pérdidas del 5-6% se asocia con deterioro cognitivo y cambios fisiológicos adaptativos como aumento de la frecuencia cardíaca y temperatura corporal, en tanto pérdidas mayores pueden favorecer alteraciones cognitivas y poner en riesgo la vida.
Paola Harwicz (M.N 84182), médica especialista en Cardiología y Nutrición, sostiene: “Estar hidratado significa que el agua que consumimos a través de bebidas y alimentos guarda un equilibrio con el agua que se pierde por transpiración, respiración y la eliminación por vía urinaria. Por este motivo, es importante concientizar a la población en la correcta hidratación incorporando preferentemente agua (ya sea de la canilla, mineral o de manantial) y aumentar el consumo de agua de las fuentes alimentarias (leche, frutas y verduras) que permiten incorporar cerca del 20% de la hidratación diaria. Existen distintas alternativas como las bebidas y jugos azucarados, los cuales aportan calorías que consumidas en exceso pueden favorecer el sobrepeso. Si bien existen otros modos de hidratarse a través de las infusiones, sopas, gelatinas, caldos de cocción, etc, el agua es la opción por excelencia para la hidratación diaria ya que no aporta calorías ni aditivos”, comentó la médica.
En cuanto a los niños, es importante que padres y cuidadores controlen tanto lo que comen como lo que beben. Para lograr que los niños se hidraten correctamente debemos propiciar el consumo de agua a lo largo del día por sobre otras bebidas. “Incorporar el agua como fuente de hidratación durante las comidas puede ser una oportunidad invaluable para instalar un hábito saludable y como tal, favorecer un estilo de vida que permita un adecuado desarrollo y crecimiento de los niños”, agregó la especialista.
Los resultados del estudio demuestran que la correcta hidratación no está incorporada en la mente de los argentinos. Si bien gran parte de la población consultada lo tiene presente, en su cotidianeidad no se ve reflejado. Por esta razón, “Debemos estar atentos a ofrecer agua a los niños pequeños e individuos añosos dado que son los más vulnerables con mayor riesgo de deshidratación. Es fundamental que los más pequeños naturalicen el hábito de tomar agua a través del ejemplo de los adultos para generar un cambio desde temprana edad y de esta manera obtener todos los beneficios de una adecuada hidratación”, finalizó la profesional.