El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en inglés) alertó a los gobiernos sobre la necesidad de considerar a la gestión de residuos hospitalarios como un servicio público urgente y esencial en el marco de la pandemia de COVID-19. Según la entidad, resulta imperioso minimizar posibles impactos secundarios sobre la salud y el medio ambiente. En este sentido, Osvaldo Campillo, presidente de INCOL S.A, dialogó con Pablo Gago en el programa Futuro Sustentable, por AM 1220.
Futuro Sustentable: Se sigue generando un volumen importante de residuos hospitalarios en la segunda ola de Covid-19 ¿Es así?
Osvaldo Campillo: La cantidad de residuos es mucho mayor en volumen. La utilización de materiales descartables ha hecho que los residuos sean más livianos y de mayor volumen. Mientras que antes la densidad de los residuos era de 120 o 125 kilos por metro cúbico, ahora la densidad bajó a 80 o 90 kilos por metro cúbico. Por lo tanto, las plantas se encuentran con un aumento en el volumen. Esto referido a la cantidad, con el agravante de que una mala gestión interna en la institución hace que los residuos mal dispuestos terminen ampliando los residuos patogénicos, porque cualquier residuo no patogénico que termina dentro de una bolsa con ellos, se convierte también en patogénico. Hay algunas prefecturas, como en Brasil, que ya han determinado que todo lo que corresponde a enfermos de Covid-19, absolutamente todo lo relacionado, sea o no patogénico, aún la comida, terminan siendo patogénicos y deben ser así tratados.
FS: Una vez que llegan a las plantas ¿Cuáles son las tecnologías adecuadas para tratar este tipo de residuos o cuáles son aconsejables según vos?
OC: En general, las reglas del arte y la técnica determinan que es necesario tratarlos con una tecnología que sea, primero amigable al ambiente, y después que tenga ciertas consideraciones. El proceso de autoclavado, en general, es un proceso que no tiene trituración previa. Al no tener trituración previa, no hace falta que pase por ningún sector donde sea necesario contaminar algo que aún no ha sido tratado. El proceso más frecuente que existe en nuestro país es el de esterilización por autoclavado. El proceso de esterilización por autoclavado con vapor saturado es el más utilizado y está muy bien controlado. Cuando se lleva a la disposición final, lo que pide la autoridad, generalmente, es que la autoclave esté suficientemente validada. Y esta validación se hace vía Universidad de Buenos Aires (UBA). La Facultad de Farmacia y Bioquímica desarrolló la metodología EPA para probar el funcionamiento de las autoclaves, el cual debe ser renovado una vez por año. Esto asegura que cuando se recibe el relleno sanitario, se tenga la certeza de que el residuo efectivamente fue bien tratado, con una autoclave que está debidamente validada. El proceso de autoclavado se hace, en general, con 121 o 134 grados. En Argentina, para volumen industrial, se utiliza 134 grados, con un tiempo determinado de mantenimiento en la esterilización. El ciclo contiene un proceso de vacío, uno de llenado con vapor y otro en el que se mantiene la temperatura un determinado tiempo. Luego, hay que evacuar el vapor, abrir la puerta, llevarlo a presión atmosférica y retirar los carros con los que se cargaron.
FS: ¿Se fabrican este tipo de plantas de tratamiento de autoclavado en Argentina?
OC: Sí, se fabrican, nosotros hemos hecho plantas para Salta, Rio Gallegos, San Luis, Córdoba, Mendoza, Trelew, La Plata, Corrientes, para Asunción (Paraguay) y en varios estados de Brasil también. No solo se fabrican acá, sino que en determinado momento ingresaron plantas a Argentina importadas desde Estados Unidos. Realmente, el mercado está bien provisto y con muy buena tecnología. Cumple todo lo que determina la EPA en ese sentido. Son procesos muy eficientes y absolutamente amigables al ambiente.