A partir de hoy la región central del país tendrá jornadas con temperaturas agobiantes que superarán los 30 grados de máxima y alcanzarán, según lo previsto por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), los 39 el jueves próximo en la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.
Esto no debería sorprender ya que el calor está relacionado con el fenómeno meteorológico llamado “La Niña”, que se alterna con “El Niño”, y que es ejemplo del cambio climático producido por el calentamiento global. Esto produce que los eventos de calor sean cada vez más extensos.
Además, hace unos días hubo una advertencia del Global Forecast System (GFS) o Sistema Global de Predicción que anunció a través de un sistema novedoso de pronósticos meteorológicas, la llegada de “la madre de todas las olas de calor”.
El año 2021 fue el quinto año más cálido de los últimos 60 en la Argentina. Con este ya son 11 los años consecutivos en que las temperaturas medias anuales están por encima de lo normal. La región que más sintió el incremento de las temperaturas fue Patagonia, que finalizó con una anomalía de temperatura promedio de +1.1°C.
Las localidades que tuvieron las temperaturas máximas más altas del año son Rivadavia en Salta con 46 grados el 30 de diciembre, Las Lomitas en Formosa con 44 grados el 30 de diciembre, Cipolletti en Río Negro con 43.8 el 22 de enero, Santiago del Estero con 43.4 el 30 de diciembre y Catamarca con 42.6 el 30 de diciembre.
Pero el asunto es global. Según el Servicio Meteorológico del Reino Unido, 2022 podría ser el 8° año consecutivo con temperaturas de al menos 1° centígrado por encima del promedio en todo el mundo.
Según el meteorólogo escocés Scott Duncan, mundialmente consultado, “la ola de calor en América del Sur pondrá a prueba la infraestructura al límite y amenazará muchos récords de calor de todos los tiempos. Algunas áreas ya se encuentran en condiciones excepcionales de sequía. Esta ola de calor entrante no puede subestimarse”.
Las causas del efecto invernadero son conocidas: quema de combustibles fósiles; desforestación de selvas y bosques; excesivo uso de fertilizantes; alta producción de residuos.
Las consecuencias también: aumento de la temperatura; sequías más profundas que provocan incendios forestales; tormentas más intensas que generan inundaciones y avalanchas; el océano sube su nivel; se pierden especies; hay escasez de alimentos, y riesgos generales para la salud.
La Argentina ya viene sufriendo incendios forestales en los últimos veranos, zonas como Paraguay registran temperaturas de 45° cada vez con más frecuencia (para visibilizar el tema ya en 2014 llegaron a freír un huevo en público), y no debemos olvidas los incendios de la Amazonia.
¿Será tiempo de acelerar la transición energética y los recaudos reducen las emisiones de carbono? ¿El Acuerdo de París y la COP26 no se estarán quedando cortos?
El tema queda planteado para los Estados, las empresas, pero por sobre todo para cada uno de los ciudadanos, principales responsables del futuro del planeta.