Según el informe anual de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal), la inversión extranjera directa (IED) aumentó 130% en la Argentina, ubicándose en USD 11.655 millones.
Esto, a primera vista, representa un porcentaje bastante alto si se lo compara con lo que ocurrió en el resto de los países de América latina y el Caribe. Sin embargo, el organismo aclara que este salto se produce porque, en 2014, se contabilizó en las cuentas externas argentinas la nacionalización del 51% de YPF concretada dos años antes, es decir, una desinversión. Sin registrar esta operación, los flujos de IED habrían sido muy similares a los de 2014.
Las inversiones argentinas en el exterior se redujeron 41% durante 2015, en tanto creció el interés de algunas empresas transnacionales en la exploración y explotación de hidrocarburos locales por el descubrimiento de depósitos de petróleo y shale gas. Es el caso de ExxonMobil, que anunció inversiones por USD 229 millones para el desarrollo de Vaca Muerta y el de Trafigura Beheer, que invertirá USD 350 millones para construir un puerto y un depósito de metales.
A su vez, en sectores no relacionados con recursos naturales, se destacó la inversión de USD 941 millones durante el año pasado por la firma Telefónica de España para mejorar los servicios 3G y 4G en el país. En este sentido, la compañía anunció su intención de invertir USD 3.700 millones adicionales entre este año y 2018, mientras que Renault invertirá cerca de USD 100 millones en su planta de Córdoba.
Por su parte, los proyectos de IED en comercio minorista se redujeron notablemente desde 2010 debido al deterioro de las condiciones internas, que generó un desinterés por parte de las grandes cadenas comerciales transnacionales por invertir en el país.
Entre 2011 y 2015, la Argentina se ubicó como tercer receptor de las inversiones en el sector automotor y de autopartes, que concentró el 5% del monto total, detrás de México (61%) y Brasil (30%). Durante dicho período, se registra un aumento de la participación de las empresas japonesas y europeas, y una caída de la contribución de las terminales norteamericanas.