“Nosotros vivimos en una zona de desierto, entonces el agua es totalmente escasa, sobre todo en este tiempo de verano. A veces tenemos agua día por medio, otras veces estamos dos días sin agua. Es muy poco lo que tenemos de verde acá, porque no hay agua para hacer crecer una plantita”, cuenta Isabel Novoa Macaya, residente de Alto Hospicio y presidenta de la Junta de Vecinos El Despertar del Boro.
La escasez de agua que ha afectado al país durante las últimas décadas es mucho más intensa en regiones como la de Tarapacá, donde las precipitaciones anuales alcanzan apenas 0,2 milímetros en promedio. Abastecer de agua a comunidades como la de Isabel es complejo: desaladoras, camiones aljibe o la construcción de acueductos son soluciones que pueden resultar costosas o muy poco efectivas.
En este escenario es que la esperanza ha resurgido en la zona gracias a años de investigación y trabajo realizados por diferentes profesionales que buscan en la niebla una fuente permanente del vital elemento.
A unos 70 kms. de Iquique hacia el sur se encuentra la Estación Atacama UC Alto Patache, un conjunto de domos ubicados en el farellón costero del Norte Grande. Allí se realiza investigación en ciencia y tecnología en áreas como energía, agua, biodiversidad, diseño, arquitectura, paisaje y paleoambiente.
La ubicación no es antojadiza, ya que gracias a la altura del farellón, de aproximadamente 700 metros sobre el nivel del mar, en ese lugar es posible encontrar un oasis de niebla. Esta neblina es el resultado del efecto del océano, los vientos y la altitud que se conjugan.
Pablo Osses McIntyre es director de la Estación Atacama UC y también de “Desierto Vivo, Espacio Público del Agua de Niebla”, el único proyecto de la Región de Tarapacá que se adjudicó fondos del Concurso Nacional de Ciencia Pública para el Desarrollo de Espacios Públicos Regionales de Divulgación y Socialización del Conocimiento, del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, en su llamado 2022.
(Fuente: País Circular/ Foto: Nicole Saffie