Por: Sebastián Fragni –Director de GMF Latinoamérica
A medida que la crisis climática se hace insoportable, y que ya ni siquiera Trump se anima a rebatir los argumentos que vinculan al cambio climático con la forma en que la humanidad produce y consume, gran parte de las empresas, las organizaciones y las personas entendieron que es necesario conocer y mitigar su huella de Carbono.
Este desbarajuste físico químico denominado crisis climática tiene origen en la sobreacumulación de Gases Efecto Invernadero (GEI) que atrapan calor dentro de la atmósfera. Y hasta Trump lo sabe, las emisiones de GEI son la principal causa del calentamiento global y de las profundas consecuencias en el desarrollo de nuestro hábitat natural. Un buen síntoma es que empecemos a hacer algo al respecto.
Medir nuestra huella es el primer paso para hacer algo. Para ello, estamos más o menos de acuerdo en los sistemas, métodos, estándares y alcances de cómo y qué vamos a medir. Hoy, siguiendo los lineamientos del Greenhouse Gas Protocol (GHG) podemos tener una idea aproximada de nuestra Huella de Carbono. Es decir, del volumen de Gases Efecto Invernadero que generamos y emitimos a la atmósfera, como consecuencia de nuestro estilo de vida, consumo y disposición de residuos.
Con el resultado de la Huella de Carbono en la mano, podemos tomar las decisiones necesarias para, primero, reducirla y, luego, compensar el saldo que no podamos evitar. Con esta acción podemos lograr llevar el balance de emisiones a cero neto, lo que se conoce como Carbono Neutralidad o Net Zero.
Pero existe hoy una segunda gran crisis en relación al clima: que es el generado desde las redes sociales que arden con la cantidad de empresas, organizaciones y personas que ¨compensan¨ o “neutralizan” su Huella de Carbono. Porque seamos francos, nada rinde más en las redes que las fotos de los equipos plantando árboles.
Pero es importante saber que compensar la Huella de Carbono no se limita a esto. Se trata de medir y verificar qué Carbono adicional fijo o dejo de emitir como resultado de las acciones que llevo adelante. Hoy, en las redes abundan las imágenes de muchas empresas, organizaciones y personas, que tienen un gran impacto social y son muy inspiradoras, pero que lamentablemente no ayudan ni sirven para compensar la huella de Carbono que dicen estar neutralizando. Porque la compensación solo se logra cuando se verifica y demuestra que el Carbono capturado es adicional, es decir que se logra únicamente como producto de la intervención de quien genera el proyecto.
La adicionalidad es la cuestión
La adicionalidad es el criterio indispensable requerido para estar seguros, que, al momento de llevar adelante una acción, estamos realmente compensando nuestras emisiones. Un proyecto cumple con el criterio de adicionalidad cuando conlleva a un nivel de emisiones de gases efecto invernadero (GEI) por debajo del nivel de emisiones que hubieran existido sin su implementación.
Si realmente queremos atacar una parte de la hipercompleja crisis climática tenemos que escuchar a la ciencia. Si queremos compensar nuestra huella de Carbono, deberemos ser rigurosos al momento de seleccionar cómo lo haremos, buscando proyectos que fijen o eviten que se emitan más GEI a la atmósfera, lo que se denomina adicionalidad.
Sin dudas, el primer criterio tiene que ser el de demostrar la adicionalidad, y por desgracia, muchas de las fotos que vemos hoy en las redes no pueden demostrarlo. Esto no quiere decir que no los apoyemos; pero si queremos hacer una diferencia para el clima, debemos pedirles que verifiquen y acrediten cómo lo están logrando.