El Colegio de Ingenieros de Minas de Catamarca (CIMCa) publicó una nota de opinión en el diario El Ancasti de esa provincia en referencia a los cuestionamientos que recaen sobre la actividad, en particular a partir de los hechos violentos ocurridos en Chubut. A continuación, resumimos algunos de las definiciones más destacadas.
“En las universidades se enseñan el respeto y la ética profesional. Básicamente, el respeto es no tratar a los que no piensan como uno de ignorantes y la ética es no incurrir en terrenos de otras especialidades que se desconocen; también el sentido común nos dice que al tener un título universitario hay que ser cuidadosos en nuestras afirmaciones y dichos, pues la mayoría piensa que es cierto lo que dijo el “doctor”, “ingeniero”, “licenciado”, etc. y eso, si falta a la verdad, engaña; el engaño trae desconfianza, después bronca y miedo, posteriormente odio y violencia.
“Todos sabemos que para hacer un puente no se convoca a sastres, maestros, filósofos o astrónomos. No se contrata un biólogo para hacer estudios de suelos, tal vez un arquitecto y seguro que un ingeniero civil; una operación de córneas no la hace un agrimensor o contador y así, en todas las actividades debemos estar asistidos por profesionales idóneos.
En el caso específico de la minería, es bueno dar a conocer qué hacen los ingenieros de Minas, que son los que están al frente de todas las operaciones mineras en Argentina y el mundo, pues las empresas no están manejadas por “José Agua Rica”, ni por “Carlos Veladero” o “Pedro Alumbrera”, sino por ingenieros en Minas, formados en universidades argentinas.
Los ingenieros de Minas de la República Argentina cumplen un rol fundamental en el desarrollo de la minería local.
La preparación de los alumnos de esta carrera incluye: trituración, molienda y el manejo de los reactivos químicos, pues su aplicación es indispensable para la producción de mineral comercializable y la dosificación de éstos se realiza de un modo estricto y con particular cuidado de sus efectos ambientales.
En los últimos años de la carrera se les proporciona un entrenamiento intensivo mediante prácticas en establecimientos mineros, considerando el medio ambiente, higiene y seguridad industrial y economía minera.
Se capacitan en lo que se refiere al agua que se necesita durante el proceso de concentración, que se recicla todo lo posible y el tratamiento de los efluentes, de manera que su almacenamiento final no ofrezca dificultades en su control mientras tengan –potencialmente- la capacidad de producir alteraciones al medio ambiente.
Como vemos, en las universidades se prepara a conciencia a los técnicos para que puedan planificar, diseñar y dirigir las operaciones en un marco de seguridad muy vigilado y que, si aun así se producen accidentes, tengan los conocimientos necesarios para resguardar a las personas, maquinarias, poblaciones, medio ambiente y responder con eficiencia en su control.
Las universidades educan profesionales idóneos, responsables y conscientes de su papel en la sociedad, y NO egresados para que contribuyan a la desaparición de poblaciones, envenenen aguas y produzcan muertes de personas, animales o plantas”.
Por el Colegio de Ingenieros en Minas: Ramón Álvarez, Rolando De la Fuente, Karen Gutiérrez, Rinaldo Herrera, Pablo González, Francisco Álvarez, Ana Soledad Barros, Yanina de La Rosa, Sergio Reynoso. Hay más firmas