Cerca de 300 mil toneladas de cobre han producido los tres proyectos mineros que iniciaron sus operaciones el año pasado, sorteando un camino de puesta en marcha no exento de dificultades.
Temas ambientales, operativos, de características del mineral, climáticos y de ambiente social impactaron la partida.
Así, estas iniciativas debieron extender su fase de puesta en marcha para subsanar algunos problemas, conviviendo con una institucionalidad ambiental más empoderada que, dicen en la industria, plantea un contexto distinto comparado con la década del ’90.
El vicepresidente ejecutivo de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), Sergio Hernández, habla de dos tipos de desafíos: técnicos y de gobernanza. Los primeros están relacionados con las menores leyes, infraestructura o la presencia de arsénico; mientras que los segundos están asociados a la regulación ambiental y las comunidades.
Estos temas se han traducido en una evidente extensión de los plazos de desarrollo y de solucionarse ambos tópicos, “el país se posicionará no sólo como un líder en minería, sino que como un ejemplo de explotación de los recursos naturales de manera sustentable”, dice Hernández.