Por Alejandro Diego Brown – Fundación ProYungas
Si bien el dicho popular indica que “el que mucho abarca poco aprieta”, también puede considerarse al revés, como es el caso de la UE y sus restricciones a las producciones de otros continentes con los cuales negocia y de los cuales depende en alimentos y energía.
El Pacto Verde es una iniciativa de la UE tendiente a posicionar la problemática de los recursos ambientales y el consecuente cambio climático, con una clara visión global. Sin embargo, en su intento de ampliar el alcance de dichos conceptos desde la imposición y las consiguientes restricciones, es probable que termine generando el efecto contrario y el planeta(nosotros)se esté perdiendo una gran oportunidad de cambiar paradigmas y de poder enfrentar el futuro con más optimismo, al menos en lo ambiental.
El Cono Sur sudamericano es una de las regiones más importantes del mundo como productora de alimentos y ello lo hace aún en un contexto de preservación ambiental muy fuerte. Preservación de la biodiversidad y de los servicios ambientales coexisten con una muy importante diversidad de producciones de alimentos y forestales, y con fuentes de energía fósiles y renovables capaces de abastecer las necesidades europeas, necesidades per cápita que son mayores que las nuestras.
No podemos ignorar que esta región sudamericana es responsable en conjunto (Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay) de menos del 2% de las emisiones globales de GEI, es decir que las restricciones impulsadas por la UE pueden afectar significativamente nuestro desarrollo, sin que ello implique una mejora significativa a nivel global de las emisiones de GEI. Es decir, nos conducen a limitar nuestro necesario desarrollo económico para casi no lograr ningún cambio global significativo. Sacrificarnos para casi nada y para contribuir a solucionar un tema del que no tenemos ninguna (o muy poca) responsabilidad.
Por otra parte, el sector productivo en nuestros países es responsable de la protección de una superficie que supera con creces a lo mucho que protegen nuestros sistemas oficiales de parques nacionales y áreas protegidas sub-nacionales. Es decir, el sector productivo está realizando una contribución concreta al bienestar ambiental global, sin entrar a discutir las bondades de nuestras producciones a la seguridad alimentaria y a la salud humanas. globales
Si la Unión Europea pretende liderar un necesario cambio de paradigma, lo que nos parece adecuado y oportuno, lo debe hacer en estrecho vínculo con el sector productivo, en alianza con el mismo y con las organizaciones del sector de la Sociedad civil que acompañan este proceso de jerarquización de la temática de la sustentabilidad ambiental en contextos productivos crecientes. Es posible liderar un cambio virtuoso sobre la base del entendimiento mutuo.
Esto requiere que la UE visualice que para proteger la naturaleza en forma efectiva es necesario que alguien se haga cargo de la misma, y quien mejor que quienes habitan y producen en estos territorios de alta valoración ambiental y quienes destinan su esfuerzo cotidiano y sus recursos económicos a mantener importantes superficies protegidas en sus patrimonios. Para ello nuestros países cuentan con leyes y normas que regulan la transformación de nuestros ecosistemas, y el garante del cumplimiento de las mismas no es otro que el propio sector productivo, que está muy atento a la creciente mirada ambiental global y contribuye con la protección de la biodiversidad, manteniendo los suelos agrícolas y ganaderos, contribuyendo a mejorar el secuestro de carbono en suelos y bosques, y manteniendo la fertilidad y productividad con importantes aportes tecnológicos asociados a la bioeconomía y la economía circular.
Es mucho más lo que se logrará en una alianza creciente, propositiva e inteligente con el sector productivo, que lo que se pretende lograr con normativas que no respetan las decisiones soberanas de nuestros países y que pretenden responsabilizarnos de problemas que nosotros no hemos generado y que por el contrario podemos contribuir a solucionar.
Más y mejor producción es sinónimo de más y mejor protección de la naturaleza, al menos en este rincón importante del mundo. Es necesario tener la mirada global, pero con los pies en los territorios para generar el cambio urgente y necesario hacia la descarbonización de nuestras economías.