Según un estudio realizado por Sistema B Argentina y Trendsity, 8 de cada 10 argentinos creen que no se está haciendo lo suficiente para frenar la crisis medioambiental. En un contexto desafiante, las empresas tienen la oportunidad de ofrecer, además de sus productos y servicios, soluciones que aporten al bienestar de las personas y del planeta.
De acuerdo con los resultados del estudio “Consumo responsable y triple impacto en Argentina 2023”, la crisis medioambiental es percibida como una emergencia, con un 77% de los encuestados afirmando que es “cada vez más grave”. Sin embargo, el mismo porcentaje también cree que aún “estamos a tiempo de frenarla”. Es por esto que 7 de cada 10 argentinos esperan mayor compromiso ambiental por parte de las empresas, entendiendo el impacto que tienen las industrias en el planeta.
Tanto los consumidores como las empresas se posicionan como actores clave para responder a este desafío: el 35% de los encuestados lee las etiquetas y sellos de los envases para evaluar su impacto social y/o ambiental, 1 de cada 4 dejó de consumir una marca por su falta de compromiso y un tercio compra marcas que practican el comercio justo o pertenecen a la economía popular.
“Como país, nos encontramos en un escenario de crisis social, económica y ambiental. Los ciudadanos están exigiendo acción de todos los sectores y comienzan a entender y ejercer el poder que tienen desde su lugar de consumidores. Quienes lideran las empresas deben estar atentas a estas señales del mercado para comprender su nuevo rol en la sociedad”, señala Marina Arias, Directora Ejecutiva de Sistema B Argentina. “Las Empresas B se elevan en este contexto liderando la transformación del sector, ya que miden y gestionan con altos estándares el impacto que generan y se comprometen pública y legalmente a un camino de mejora continua”, agrega.
En Argentina, hay 217 Empresas B que ofrecen productos y servicios con impacto positivo a nivel social y ambiental. Esto significa que estas empresas usan la fuerza del mercado para resolver problemáticas sociales y ambientales, poniendo en el centro de sus decisiones el impacto que generan en las personas y el planeta, con el mismo nivel de importancia que su rentabilidad. “Concretamente, elegir productos con el sello B le permite al consumidor ser parte de soluciones sociales y ambientales a través de sus compras”, sintetiza Arias.
“En medio de una era marcada por la incertidumbre, asistimos a una reconfiguración constante del vínculo entre consumidores y marcas. En este panorama, los consumidores, más informados que nunca, evalúan a las empresas por sus acciones y por su transparencia. El 53% de los ciudadanos muestra un alto compromiso con la sostenibilidad, y en este contexto, los sellos y certificaciones, junto con herramientas que faciliten decisiones informadas, emergen como elementos clave. Estos avales traducen la intención de colaborar en acciones concretas, y además se erigen como guías. Poner en relieve el impacto positivo de cada acción se presenta como una pieza fundamental para inspirar compromiso y sostener esfuerzos a largo plazo”, aporta Mariela Mociulsky, CEO de Trendsity