Es por eso que “estamos evaluando el potencial que tienen los recursos eólicos, los energéticos, las licencias sociales, la legislación y el acceso a divisas para que los inversores puedan recuperar parte del capital y dejando en la región el componente local, el desarrollo de actividades y el aumento de la mano de obra”.
“Tierra del Fuego ha sido tomada como modelo por los trabajos que venimos realizando hace cuatro años y en la implementación de la hoja de ruta, que es la siguiente etapa, para delinear el camino para la transición energética que se está dando a nivel mundial”, explicó el funcionario fueguino.
“Esto tiene que ver con una visión estratégica que tiene el Gobernador (Gustavo Melella) de ampliar la matriz productiva energética como el hidrógeno, las energías renovables y la posibilidad que otros sectores puedan desarrollarse en base a los recursos energéticos fueguinos”, aseveró.
Argentina cuenta con la mayor reserva eólica del planeta en la Patagonia, uno de los puntos neurálgicos de lo que será en los próximos años la producción de hidrógeno verde a escala global.
La producción de hidrógeno existe hace rato. Pero producirlo “verde” significa hacerlo sin contaminar, sin emisiones de carbono hacia la atmósfera, la principal fuente de calentamiento global. En este contexto de necesaria transformación de la matriz energética, Tierra del Fuego decidió apostar por sus recursos naturales. Tiene el recurso eólico y tiene también su costa marítima, que es fundamental porque para el proceso de obtención de hidrógeno se necesita agua.
Así surgió el estudio de viabilidad alrededor de las posibilidades del hidrógeno que analizó todos los factores: los vientos, la topografía, la disponibilidad de agua (de mar) y la infraestructura existente. El análisis se focalizó en los costos de la cadena de producción de hidrógeno verde, azul y productos derivados, en términos de competitividad y logística. Y del estudio surgió que la alternativa más promisoria es uno de los subproductos del hidrógeno verde: el ‘amoníaco verde’. Es decir, producción de hidrógeno a partir de energía limpia y su conversión local en amoníaco, un fertilizante con múltiples usos en la producción de alimentos y que tiene una fuerte demanda a nivel mundial.
Fuente: Mas Energía