Por Alejandro Brown – Presidente de Fundación ProYungas.
Hay cuatro desafíos que la Argentina deberá enfrentar en el corto plazo cuando la nueva normalidad empiece a ser vivida: el incremento de divisas, la generación de empleo, la reducción de la pobreza y el cuidado de la naturaleza.
Los tres primeros están estrechamente vinculados entre sí y dependen del sistema productivo. Un sistema productivo innovador que incremente la productividad, que genere nuevas oportunidades de inclusión social y que permita mejorar la calidad de vida de un importante porcentaje de nuestra población nacional, particularmente en el Norte Grande. La paradoja es que la Sociedad también reclama que ello se alcance con el mayor respeto posible con la naturaleza, ello implica más y mejor conservación de los bienes y servicios ambientales.
No es un desafío menor, incrementar un 25% las exportaciones llegando al menos a los U$S 100.000 millones anuales, reducir la tasa de desempleo del 10% actual, que involucra a más de 2 millones de personas, y reducir la pobreza que hoy se sitúa en más del 50% de los hogares y más del 60% de los niños de la Argentina, gran parte de ellos en el Norte Grande.
El Norte Grande tiene también la particularidad de ser la región más rica en términos de biodiversidad silvestre (Yungas, Chaco, Selva Misionera) y en diversidad de producciones agropecuarias y forestales (azúcar, cítricos, ganadería, soja, maíz, algodón, arroz, té, yerba mate, plantaciones forestales, etc.). Pero al igual de lo que pasa con la calidad de vida humana, el NG tiene las ecorregiones más biodiversas pero también más desprotegidas (menos del 10% en promedio).
La respuesta a esta aparente disyuntiva entre los temas humanos y naturales está en desarrollar modelos productivos que incorporen más activamente las dimensiones sociales y ambientales en un marco de acuerdo con lo que proponen los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) de las Naciones Unidas.
En ProYungas, desde hace 10 años (la mitad de nuestra vida institucional) venimos impulsando el concepto de “Paisaje Productivo Protegido”, una forma de acercar a la producción con su contexto de naturaleza en el marco de inclusión social. Un concepto que implica planificar el predio de tal manera de destinar áreas a la producción pero también a la naturaleza, buscar permanentemente mejores prácticas productivas, monitorear los procesos naturales, comunicar las acciones al interior de las empresas pero también hacia el mundo exterior y tejer alianzas con distintos sectores de la sociedad con quienes se comparte el territorio.
En resumidas cuentas, el único camino posible para enfrentar estos difíciles dilemas y desafíos, está en que encontremos caminos de encuentro, de diálogo entre sectores, que cada uno pueda mostrar el rostro humano de su accionar. Éste es el gran aprendizaje que nos llevamos de estos primeros 20 años de ProYungas, compartiendo valores, trabajando juntos y fundamentalmente poniéndonos en el lugar del otro. Sólo así encontraremos la forma de superar nuestras ancestrales diferencias alcanzando metas deseables de bienestar social y ambiental en nuestro país.