Mendoza cuenta con políticas ambientales pioneras a nivel nacional. Para saber más sobre ellas entrevistamos al secretario de Ambiente y Ordenamiento Territorial del Gobierno de la provincia, Humberto Mingorance, quien cree en la necesidad de combinar el cuidado del contorno con el desarrollo sostenible de la actividad industrial y la generación de energía.
¿Cuáles son los ejes de la política ambiental en Mendoza?, preguntamos a Mingorance.
Básicamente los que ya están establecidos por ley. La proyección del ambiente en general, de las áreas protegidas (en Mendoza tenemos 17 y vamos ya por la 18). Dentro de mi área también se encuentra contemplada la cuestión del Ordenamiento Territorial, donde Mendoza es la primer provincia por ley que lo tiene. Esto nos pone un norte cierto por lo menos por los próximos 30 años.
¿Cómo se está trabajando a nivel de gestión ambiental en la industria energética?
Esto se relaciona directamente con la cuestión del Plan Provincial del Ordenamiento Territorial, donde uno de los objetivos es la ampliación y la diversificación de la materia energética y productiva. Estos dos términos suenan marketineros en lo polítilo, pero son reales. Si no tenemos energía, no podemos generar industrias nuevas, no podemos diversificar nuestra industria. Por otro lado, si no tenemos industria no tenemos fuentes de trabajo genuino, se trata de una línea escalonada que debemos dar paso a paso. Para garantizar esta diversificación y ampliación de la matriz energética, tenemos que basarnos en la fuente principal de energía que tenemos que son los hidrocarburos, tratando de extraer de nuestras reservas lo más que se pueda de una manera sustentable que sea lo menos contamienante posible.
¿Y cómo alientan el desarrollo de las energías renovables?
Hemos licitado más de 34 sitios donde se puede instalar energías renovables, desde minicentrales hidroeléctricas, energía solar y energía eólica. Sumado a esto, estamos haciendo un aprovechamiento al máximo de los gases de venteo los cuales se generan en los pozos de petróleo. Este gas se reduce al máximo y se traslada en camiones, y luego se vuelve a descomprimir para generar energía eléctrica.