Días atrás, el reactor número 4 de la central de Takahama, situada en la prefectura de Fukui (oeste de Japón), entró en parada automática luego de que se accione una alerta por una avería en un generador que había sido reactivado tres días antes.
Así, tanto el generador, como el reactor y las turbinas se detuvieron de manera automática a las 14.01 hora local (05.01 GMT). Kansai Electric Power, empresa a lo opera, afirmó que la avería no supone peligro alguno para el ambiente y que se estudia el origen de la misma.
Esta no es la primera polémica que rodea a la unidad en cuestión. El sábado 20 de febrero, este reactor registró una fuga de refrigerante cuando se ultimaban los preparativos para volver a ponerlo en funcionamiento, lo que puso en el punto de mira el estado de las instalaciones y la gestión de las mismas por parte de la empresa propietaria.
Por otra parte, por pedida de un grupo de residentes en zonas cercanas a la planta, un tribunal local había emitido una orden prohibiendo la puesta en funcionamiento de Takahama con el argumento de que se desestimaba el peligro real de un terremoto en la zona, capaz de provocar un accidente similar al de Fukushima en 2011. Posteriormente, la Corte anuló la disposición al comprobar que la central cumplía los requisitos de seguridad de la Autoridad de Regulación Nuclear (NRA).