1. El tubo de aluminio está fabricado con un 95 % de aluminio reciclado y su tapa es de plástico reciclado.
2. Las instrucciones -que ya no son físicas- hacen que el embalaje sea más sostenible y amigable con el usuario. Gracias a esta innovación, se ahorran 79 toneladas de papel al año. Además, el color, que es más fácil de enjuagar contribuye a reducir el uso de agua, un área de acción clave para la marca.
3. La caja del producto es de cartón realizado con materiales FSC (Consejo de Administración Forestal) y garantiza en ese sentido la correcta gestión de los recursos forestales, que acaban convertidos en diferentes productos de consumo.