“La verdad es que es un momento histórico, especialmente, para todos los que seguimos el tema climático”, comenzó Enrique Maurtua Konstantinidis, Coordinador del Proyecto Agendas Climáticas Nacionales de Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). Con diez años de su vida abocados abocados a las negociaciones climáticas internacionales, tener la posibilidad de ser testigo de la firma del acuerdo de París –primero universal y vinculante de lucha contra el cambio climático– no es un evento menor. Y así lo expresó, este lunes, al participar del programa Futuro Sustentable Radio.
“La cantidad de personas que van a ir a Nueva York para firmar es mayor que la de cualquier otro tratado internacional. El acuerdo de París establece que se abre un período de firma de un año. Es decir, empieza ahora en abril y termina en abril del año que viene. Pero se hace esta gran ceremonia para que haya una buena cantidad inicial de firmantes y es impresionante que sean más de 150 países los que están confirmados para participar”, detalló respecto del evento que está teniendo lugar, hoy, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York.
Y enfatizó: “Este no es un acuerdo internacional más. Este acuerdo significa el fin de los combustibles fósiles. Es decir, significa que, hacia la mitad de este siglo, no se van a usar más los combustibles fósiles. Esto es fundamental”.
¿Qué significa este acuerdo para la Argentina?
Argentina es un país de G20. Así se lo ve desde afuera. Por más que le encontremos problemas, dificultades o crisis, es un país que tiene un nivel de desarrollo mucho más alto que el de muchos de todo el mundo. Entonces, para la Argentina, esto es, primero, ir en la dirección correcta, estar en línea con un mundo más sustentable. Además, ese camino es una oportunidad para recibir inversiones para ese desarrollo que queremos de todos los argentinos. Y para que ese desarrollo sea de una manera sustentable, manera amigable con el ambiente, y que podamos estar, de alguna manera, asegurándonos un futuro sano para todas nuestras próximas generaciones.
¿Cuál fue la sensación que viviste cuando el acuerdo se adoptó en la COP21?
Este acuerdo de París es impresionante porque no solo se pudo conseguir, sino que es mejor de lo que esperábamos que se iba a conseguir. Hubo toda una estrategia de negociación. Uno que viene observando el proceso empieza a ver cuáles son los puntos comunes. Entonces, se pensaba “más que esto no se va a conseguir, si sacamos esto va a estar bien y todos vamos a estar felices, nosotros vamos a criticar un poco…” Y, de repente, lo que salió fue mejor que eso. Realmente fue la gran sorpresa. Esto fue una cuestión de negociación de los franceses en donde dijeron “bueno, cada país consigue esa cosita por la que siempre peleó, la condición es que no se queje por el resto”, a diferencia de años anteriores, en donde solamente conseguíamos los mínimos comunes denominadores, que es muy poquito. Así lo hicieron con cada bloque de negociación. Entonces, empezó a tener una cuestión más robusta de lo que pensábamos que íbamos a conseguir. Fue una alegría enorme porque realmente no teníamos tanta expectativa con eso. Ahora, vale aclarar, el acuerdo tiene un montón de cosas que hay que seguir trabajando y que hay que mejorar, no es que está perfecto, pero es un acuerdo que realmente da un marco y un pie para hacer un montón de cosas.
Es una base sobre la cual construir.
Claro. Todavía le falta reglamentar o instrumentar un montón de cosas. Habla de mercados, por ejemplo, hay que ver qué reglas van a tener esos mercados. O sea, hay unos cuantos temas que están en el acuerdo que son para seguir trabajando.
En materia de financiamiento, ¿qué establece?
Acá empezamos a ver todos estos matices que tiene un acuerdo de esta naturaleza. No es solamente ver qué políticas o qué cosas hacemos en materia de cambio climático. No, es qué hacemos para reducir emisiones, o sea, cómo esto va a afectar a ciertas industrias, a ciertos puestos de trabajo, cómo nos vamos a preparar para los impactos. Las inundaciones, por ejemplo, van a empezar a ser situaciones normales si no se toman medidas. Esto que ocurre va a ser lo normal si las emisiones de dióxido de carbono mundiales no bajan, porque el clima va a seguir cambiando y cada vez peor. Entonces, hay que prepararse para eso, hay que generar planes de adaptación. ¿Cómo hacés para ayudar a los países que realmente no tienen ingresos para financiar todas esas obras de infraestructura o planes sociales o preparaciones ante situaciones de emergencia o inversión en otras energías que no sean las de combustibles fósiles? Todo eso demanda cantidades de dinero, que, por un lado, los países más desarrollados o, incluso, de renta media como la Argentina pueden hacer con fondos propios, pero eso tiene un límite. Es decir, no estás a la altura de un país totalmente desarrollado que puede hacer por sí solo toda esa transformación. Ahí es donde entra el famoso Fondo Verde Climático, donde todos los países se comprometieron a que, en 2020, tendría que tener por lo menos USD 100 millones anuales. Y así hasta el 2025 y a partir del 2025 más.
¿Cómo se construye ese fondo?
Con aporte de los países más desarrollados. Sin embargo, lo novedoso en el acuerdo de París es que están invitados todos los países del mundo que deseen a hacer aportes. Para los países más desarrollados, hay una presión porque ellos deben poner dinero. A los demás países, que se consideran en vías de desarrollo y que están en una posición que puedan hacerlo –ahí es donde entra la Argentina–, se los invita a poner dinero. Pero de manera voluntaria. Este es el caso de Perú, que puso dinero, Colombia, México. Estos países ponen montos significativos, pero, al mismo tiempo, también acceden a los fondos que da el fondo.