El 24 de octubre se celebra el Día Internacional del Cambio Climático con el objetivo de sensibilizar a la sociedad sobre los alcances de este fenómeno global que presenta, junto con la paz mundial, el mayor desafío que debe enfrentar la humanidad esta década. El cambio climático y sus efectos no se detienen. En el año 2022 la temperatura media mundial superó en aproximadamente 1,15 °C el promedio del período comprendido entre 1850 y 1900. Según la NASA, este año el verano boreal registró las temperaturas más altas desde que las observaciones comenzaran en 1880. Según los expertos, el efecto del El Niño provocará que 2024 sea aún más caluroso.
Existen tres hechos en que los científicos coinciden:
- La concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera terrestre está directamente relacionada con la temperatura media mundial de la Tierra.
- La concentración ha ido aumentando progresivamente desde la Revolución Industrial y, con ella, la temperatura del planeta.
- El GEI más abundante, alrededor de dos tercios de todos los tipos de GEI, es el dióxido de carbono (CO2) que resulta de la quema de combustibles fósiles.
El cambio climático es responsabilidad de la actividad humana. La principal emisión de GEI se da en el uso de combustibles fósiles. El petróleo y el carbón estuvieron miles de años enterrados y no son parte del ciclo natural del carbono, sino que agregan CO2 extra produciendo cambios rápidos en la atmósfera, el océano, la criosfera y la biosfera. Por ello, hay una agenda global para reducir las emisiones de CO2 a través de una transición energética y también una transición productiva y de consumo, que reduzca la emisión de GEI y que logre la carbono neutralidad para el año 2050.
En esa agenda, “el sector forestal es una parte importante del problema y de la solución. Los bosques son uno de los principales sumideros de carbono y la pérdida de bosques nativos unos de los principales motivos de emisión de CO2 y pérdida de biodiversidad. Por su parte, la plantación de árboles es reconocida como la solución basada en la naturaleza más eficiente para la absorción de CO2 de la atmósfera” explica Claudia Peirano, directora ejecutiva de AFoA.
Por su lado, el uso de la madera proveniente de una gestión sostenible, hace un aporte importante a la transición energética, productiva y de consumo al permitir sustituir productos no renovables y de uso intensivo de energía por otro renovable y de baja emisión de GEI. “La madera no solo tiene la capacidad de almacenar el CO2 en sus usos sólidos (construcción, muebles, pisos, etc.) sino que, además, ofrece alternativas para sustituir productos de origen fósil (combustibles, plásticos, químicos) y de alto consumo de energía (cemento, minerales) que no son renovables y que permiten una estrategia la descarbonización de las cadenas de suministro. Estas características no solo ayudan a la mitigación del cambio climático en toda la cadena productiva, sino, además, a una bioeconomía circular, y con ello, a opciones más sostenibles e inclusivas, dada la alta creación de empleo que genera, aportando al crecimiento y al desarrollo económico” completa Peirano.
Para potenciar a los bosques y la madera en su aporte a la mitigación del cambio climático se requieren políticas públicas que permitan mejorar la información y los incentivos a la sostenibilidad de los bosques, la plantación de árboles y profundizar el uso de la madera como sustituto de productos con mayor impacto climático y ambiental. Pero, además, se requiere el compromiso de las empresas y de cada uno de nosotros para avanzar en una transición energética, productiva y de consumo que reduzca la emisión de GEI, se avance en la carbono neutralidad al 2050 y evitar los escenarios de catástrofe climática que implica mantenernos en la situación actual.