Suecia se consolida como un referente mundial al demostrar que es posible proteger el clima sin renunciar al crecimiento económico. Este país nórdico, con más del 70% de su superficie cubierta por bosques, ha integrado la madera como una industria clave de su economía. Un ejemplo destacado de esta estrategia es el proyecto “Stockholm Wood City”, que iniciará su construcción este año y será la ciudad de madera más grande del mundo, abarcando 250.000 metros cuadrados con 7.000 oficinas y 2.000 viviendas.
Esta tendencia global hacia la madera como material constructivo alternativo al concreto y el acero también se refleja en un crecimiento exponencial: en Suecia, un 16% de los nuevos edificios usan madera, el doble que hace una década. A nivel mundial, ya existen más de 139 edificios de madera en masa de ocho pisos o más, concentrados principalmente en Europa y América del Norte, con proyectos también en desarrollo en América Latina.
Además de su innovación en construcción sostenible, Suecia ha logrado reducir sus emisiones netas en un 80% desde 1990, mientras que su economía ha crecido significativamente. Con un PBI per cápita estimado en USD 50.339, el país cuenta con una pujante industria tecnológica que representa el 11% de sus exportaciones totales.
El Potencial de la Madera para el Futuro Sostenible
Las ciudades, responsables del 70% de las emisiones globales de carbono, tienen el reto de adoptar materiales y prácticas sostenibles. La madera, proveniente de gestión forestal sostenible, no solo almacena CO2, sino que también sustituye materiales no renovables y de alta emisión, como el cemento y los plásticos, promoviendo una bioeconomía circular.
Para consolidar este enfoque, son necesarias políticas públicas que impulsen la preservación de los bosques, la plantación de árboles y el uso de la madera en la construcción, así como el compromiso activo de empresas y ciudadanos en la lucha contra el cambio climático.
“La madera es la columna vertebral de las ciudades climáticamente inteligentes”, señalan expertos de FAIMA, destacando su potencial para transformar las ciudades en espacios sostenibles y resilientes frente al cambio climático.