Líder en la fabricación, comercialización y distribución de electrónica de consumo y artículos para el hogar, el Grupo Newsan se asoció con una ONG, una fundación y una cooperativa -en el marco de su programa Oficina Verde- para concretar la separación, el reciclado y la disposición final de los residuos de su Administración Central. A decir de su gerente de Relaciones Institucionales, Marcela Cominelli, la idea es promover un círculo virtuoso que genera valor social, ambiental y económico.
Con el propósito de reducir y gestionar de manera responsable los residuos de las oficinas de su Administración Central, ubicadas en el barrio porteño de Saavedra, el Grupo Newsan diseñó un programa que fomenta las alianzas estratégicas con distintas entidades que hoy son socias en la creación de valor tanto desde una óptica social y ambiental como desde una perspectiva económica.
Consultada al respecto, Marcela Cominelli, gerente de Relaciones Institucionales del Grupo, destacó que en los últimos tiempos ha quedado claro cómo el acceso a la información nos permiten a todos ser más conscientes de los problemas que aquejan a la humanidad. “Estos mismos sistemas nos han posibilitado visibilizar de una manera más real aquellas problemáticas que tienen la particularidad de ser unánimemente conocidas por empresas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil. Ahora bien, si son tan conocidas por todos, ¿cómo es posible que no hayamos podido empezar a abordarlas a fin de encontrar verdaderas soluciones?”, cuestiona la directiva.
Según sus palabras, el progreso social que busca el Grupo Newsan implica trabajar fuertemente en la generación de negocios de triple valor, lo que ha llevado a la organización a diversificar y bucear otras alternativas que se conviertan en oportunidades. “El cambio de mirada que nos estamos planteando radica en acompañar al tercer sector para que pueda convertirse en socio de nuestro negocio, logrando que genere capital que le permita alcanzar independencia”, explica.
En línea con ello, acota, el desafío de trabajar las cuestiones vinculadas con los residuos de oficina representó el contexto ideal para la generación de una alianza con proveedores no tradicionales. “En nuestras oficinas de la Administración Central, en el barrio porteño de Saavedra, conviven más de 600 colaboradores a diario. Hasta hace un tiempo, generábamos allí cerca de 5 toneladas (Tn) de residuos al mes. Nos enfrentamos, por ende, a la problemática de reducir esa cantidad y resolver quién nos acompañaría en este reto”, señala.
¿Cómo comenzaron a abordar esta cuestión?, preguntamos a Cominelli.
En primer término nos sentamos a trabajar con nuestros amigos del tercer sector para entender qué tipo de residuos generábamos. En ese camino descubrimos que más del 50% de nuestros residuos eran orgánicos. También nos dimos cuenta de que el principal desafío de abordar el tema de la basura no la basura era en sí, sino el cambio cultural que esto implicaba. Comprendimos así que lo más importante era lograr el contagio de nuestros colaboradores en cuanto al entusiasmo y al efecto multiplicador que esta nueva forma de disponer los residuos tenía.
Con toda esta información creamos Oficina Verde, nuestro programa de separación, reciclado y disposición final responsable. Este programa apoya sus esfuerzos en el cambio cultural que queremos generar internamente.
¿Con qué organizaciones se asociaron?
Primeramente con Cascos Verdes, una ONG que viene trabajando hace tiempo por la inclusión socio-laboral de personas con discapacidad intelectual. A través de la educación ambiental, la entidad nos ayudó a ir sentando las bases del cambio que queríamos generar internamente. Varios educadores ambientales se sentaron a conversar con cada uno de nuestros colaboradores para contarles de un modo muy didáctico la importancia de desarrollar prácticas vinculadas a las tres ‘R’ (‘reducir’, ‘reciclar’ y ‘reutilizar’) y de los roles que debíamos asumir para fomentar el manejo responsable de los residuos.
En ese camino también coincidimos con Fundación Chacras de Buenos Aires, que trabaja en pos de la inclusión social de personas que concurren a los hospitales Borda, Moyano y Tobar García.
Los beneficiarios de la Fundación trabajan la tierra, cosechan lo que siembran y lo comercializan, generando un ciclo virtuoso que no sólo les posibilita entablar relaciones con un fin, sino también generar ingresos que les permitan sostenerse.
Les contamos que estábamos pensando en reciclar inorgánicos y nos propusieron ir un poco más allá, dándole valor a uno de nuestros principales tipos de residuos: los orgánicos. Esta relación nos ha permitido llevar adelante un proceso de compostaje en nuestras oficinas para evitar el desperdicio de 2,5 Tn de orgánicos derivados del consumo de nuestros colaboradores.
¿Cómo lograron cumplir con ese objetivo?
Trabajamos durante seis meses con el equipo de la Fundación para que pueda convertirse en un proveedor de nuestra organización, siguiendo procesos y cumpliendo estándares. Lo interesante de esto es que se pudo llevar su tarea un poquito más allá. Ellos convirtieron una excelente acción en un negocio de triple impacto y nosotros ganamos un excelente socio estratégico.
Como consecuencia de la sinergia generada, se ha comenzado a trabajar en la apertura de una nueva huerta comunitaria en Saavedra. La huerta, que se encuentra dentro del Centro de Jubilados de la Comuna 12, es la primera de característica intergeneracional en el país. Adicionalmente, ya se cuenta con el know how suficiente para adaptar rápidamente esta iniciativa a otras compañías que estén dispuestas a trabajar en el manejo de los residuos orgánicos de modo responsable, lo cual podría permitirles sumar más beneficiarios.
¿Este mismo proceso lo llevan a cabo con los residuos reciclables?
Sí, salvo que en ese caso lo hacemos con Bella Flor, una cooperativa de recicladores urbanos conformada por 70 cooperativistas que encuentran en la basura una fuente de trabajo.
Básicamente entregamos nuestros materiales clasificados en papel, plástico, vidrio y metales, facilitándoles la tarea. Hemos desarrollado junto a ellos un canal de distribución logística que les ha permitido poner en orden su proceso de trabajo y proveer este servicio a otras empresas de la zona.
Esto tiene valor social, ya que a 600 colaboradores hoy se les despierta la chispa de comenzar a ser más conscientes de los residuos que generan y de la posibilidad de separarlos. A su vez, tenemos este encuentro intergeneracional entre los chicos que trabajan en la huerta y los abuelos que a diario asisten al centro de jubilados, sin soslayar a los beneficiarios de los proyectos de inclusión social de los hospitales.
En paralelo, hay valor ambiental, puesto que más de 60 Tn de residuos dejan de tener como destino predios de enterramiento a cielo abierto. Y tenemos valor económico, dado que los mismos retornan al tercer sector, favoreciendo que éste destine esa inversión a las causas en las que cree.
¿Cómo se traducen estas iniciativas en números?
Oficina Verde representa un ahorro de más de 60 Tn de residuos generados, por lo que se transfieren al sector social negocios equivalentes a la generación de 40 salarios básicos, sin omitir el impacto ambiental que esto genera.
Estas acciones nos han permitido disminuir el 50% de nuestros residuos y reutilizar el resto, asumiendo el compromiso de basura cero. Estamos, asimismo, orgullosos de ser la primera compañía que posee un proceso de compostaje en oficinas, lo que nos ha convertido en la primera a nivel nacional en forma parte de la Red Argentina de Compostaje.
Definitivamente, podemos generar valor y compartir los resultados del mismo, en este caso con proveedores no tradicionales: el tercer sector. Estamos convencidos de que las compañías tenemos una gran responsabilidad en esta materia: la de operar para que este paradigma registre un ‘efecto cascada’ dentro de nuestras organizaciones, con el objetivo de que cada uno de nuestros líderes sea consciente del rol protagónico que ocupa y cómo podemos convertir a nuestras organizaciones en verdaderos agentes de cambio.