El pingüino adelaida (Pygoscelis adeliae) es, junto al emperador (Aptenodytes forsteri), una de las dos especies del ave no voladora nativas de la Antártida. También es uno de los tantos representantes del reino animal cuya supervivencia se ve amenazada por las consecuencias del cambio climático.
Según revela un estudio de la Universidad de Delaware, esa variedad podría llegar a perder el 60% del hábitat de su población de las alteraciones medioambientales producidas durante el siglo XXI.
El pingüino adelaida permanece en la región antártica desde hace casi 45 mil años. Su hábitat pasó por varias transformaciones, como las expansiones glaciares y las fluctuaciones del hielo marino. Sin embargo, los datos recopilados por el equipo liderado por la oceanógrafa Megan Cimino, muestran cómo esa gran resistencia podría llegar a su fin debido a los efectos del calentamiento global en el continente antártico.
De acuerdo al informe, el 60% del hábitat de los pingüinos adelaida será, a finales de este siglo, inadecuado para la supervivencia de las colonias de esa especie. Las aves anidan sobre la superficie durante el verano austral -en el hemisferio sur-, y luego migran durante el invierno hasta el límite del hielo marino, donde pueden alimentarse.
En algunas colonias como la presente en la Estación Palmer, un centro de investigación muy monitoreado en el norte de la Antártida y perteneciente a Estados Unidos, los científicos observaron una disminución de la población de un 80%. Algunos sitios conservaron la estabilidad a través de los años, y en otros incluso hubo crecimiento en el nivel de pingüinos. Sin embargo, las colonias que sufrieron pérdidas de población fueron las que se ubicaron en sitios donde se produjo la mayor cantidad de cambios climáticos, y en los que se dan condiciones por fuera del rango de observaciones históricas.