Orientada a brindar respuestas a las problemáticas y los desafíos comunitarios, la casa de estudios es sede de una propuesta innovadora: el Instituto de Economía Circular. Dirigido por Marcelo Artime, el espacio apunta al diseño, la ejecución y la promoción de buenas prácticas de producción y consumo en relación con el cuidado ambiental.
Hablar de economía circular es, en cierto sentido, hablar de un enfoque conceptual coincidente con el que expresan el Acuerdo de París del año 2015, la Encíclica ‘Laudato Si’ del Papa Francisco I y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por Naciones Unidas. Así lo definió Marcelo Artime, director del Instituto de Economía Circular de la Universidad Atlántida, quien destaca la necesidad de transformar cuanto antes el modelo económico mundial que rige a la humanidad desde la Revolución Industrial, el cual trajo aparejadas enormes desigualdades y los trastornos climáticos propios del calentamiento global. “Es hora de configurar un modelo de producción distinto, en el que aquello que se diseña, se produce y se consume pueda volver a formar parte del proceso productivo. Un modelo con nuevas pautas para el consumidor, donde nada se descarte y nada sea un residuo que no pueda reutilizarse”, sentenció.
A nivel local, expuso, el sector privado es el que más viene progresando en la senda de la economía circular. “Por lo general, las actividades que más riesgos contra el medio ambiente acarrean son las que más recaudos toman. Mientras las grandes empresas muestran avances significativos en la materia, sobre todo en el transporte de energía, la prestación de servicios y las labores mineras, aún existen muchas asignaturas pendientes por parte del sector público”, cuestionó.
Más que reglamentaciones, reflexionó el especialista, lo que el Estado debe imponer son incentivos. “Ya no hay tiempo para confiar en las sensibilidades ambientales de las organizaciones. Las pequeñas y medianas empresas (PyMEs), por caso, necesitan urgentemente estímulos tributarios o facilidades en temas administrativos para adoptar prácticas concretas de economía circular”, sostuvo.
Responsabilidades disímiles
La radicalización de los fenómenos climáticos que se observan en todo el planeta, advirtió Artime, tiene que ver con modos de producción y consumo que deben ser rápidamente modificados. “Urge reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) como el metano y el carbono, además de tratar de salvar lo que queda de la biodiversidad”, puntualizó.
Según sus palabras, no todos los países del mundo tienen la misma capacidad de daño ambiental ni las mismas posibilidades de reconversión industrial. “En el caso de la Argentina, de hecho, la mayor afectación se relaciona con la agricultura, en especial con la ganadería. Nuestro potencial industrial, siderúrgico o petroquímico es demasiado bajo como para incidir en el cambio climático. Distinto es lo que sucede con China, India, Rusia o Estados Unidos. Por ende, los ajustes que deben hacerse no pueden ser iguales para todas las naciones. Pero eso no nos exime, claro, de nuestra cuota de responsabilidad”, aseguró.
Nueva propuesta
La Universidad Atlántida es una casa de estudios joven, que existe hace apenas 30 años. Se encuentra asentada en el partido de la costa, más precisamente en la localidad de Mar de Ajó, además de tener presencia en Dolores y Mar del Plata. “Nuestro origen es muy particular: fuimos fundados por un intendente del partido de la costa que en los años ’90, junto con el Rotary Club, quiso evitar que nuestros jóvenes abandonaran sus pueblos y se fueran a estudiar a La Plata. Hoy tenemos alrededor de 4.000 alumnos entre nuestras tres sedes. No apuntamos a ser una universidad masiva, sino una universidad comprometida con los temas actuales de la comunidad”, explicó Artime.
Con esa premisa, justamente, nació el Instituto de Economía Circular que se halla bajo su conducción. “Nuestros mayores objetivos pasan por profundizar en los conocimientos de la economía circular como un nuevo modelo productivo y de consumo acorde a una relación razonable con el medio ambiente; difundir y reflexionar sobre esta noción bajo el paraguas conceptual del Acuerdo de Paris y la Encíclica ‘Laudato Si’; enmarcar las acciones en función de la Ley Nacional 27.621 de Educación Ambiental Integral (del año 2021); transferir experiencias exitosas de los sectores público y privado a la comunidad universitaria para incluir estos asuntos en los contenidos de las distintas carreras de la Universidad Atlántida, en particular, y de la educación argentina, en general; y formalizar alianzas con entidades y redes que tengan a la sustentabilidad como meta principal en sus acciones, como Green Cross, la Asociación Latinoamericana de Desalinización y Reciclaje (ALADyR) y la Asociación para el Estudio de los Residuos Sólidos (ARS)”, enumeró el experto.
No menos relevante, remarcó, es la intención de generar un ecosistema empresario que tenga como común denominador la existencia de experiencias exitosas en los términos de la economía circular. “En esa dirección, nos motiva la posibilidad de promocionar dichas iniciativas para viralizarlas en otros sectores empresarios; internalizarlas en los ámbitos académicos como buenas prácticas; y realizar transferencias y capacitaciones a municipios y entidades públicas y privadas”, completó.
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marcelo.artime@atlantida.edu.ar