Activistas de Greenpeace emprendieron una campaña que cuestiona la calidad del aire en la Ciudad de Buenos Aires. Escalaron 23 metros de altura y le pusieron una máscara de oxígeno a la famosa estatua de la alegoría de la República en la Plaza del Congreso, exigiendo aire limpio y un transporte público basado en energías renovables.
La organización ambientalista llegó al monumento de los dos Congresos en la CABA para exigirle al gobierno estar del lado de la salud de los ciudadanos. Lo que fue una obra urbanística cuyo propósito respondía al pensamiento higienista de buscar lugares ventilados en la ciudad, actualmente se contradice con su creación ya que en la Plaza del Congreso se respira aire contaminado.
Ingo Boltz, coordinador de la campaña de Contaminación de Aire de Greenpeace, destacó: “mientras el transporte público dependa de la quema de combustibles como el gasoil, respirar en la ciudad es una amenaza para todos. Las cifras de la OMS son alarmantes, 7 millones de personas mueren anualmente en el mundo por la contaminación de aire”