Por: Lorena Chirivella Méndez, consultora especializada en Medio ambiente, Calidad y Sustentabilidad. Fundadora de Geolik Consultora
2020 fue el año bisagra que transformo nuestras vidas, el año que nos marcó, el año en el que nos dimos cuenta lo frágiles que podemos llegar a ser y nos mostró principalmente que la naturaleza nos está mandando señales de alerta. Alerta de que debemos cambiar nuestra forma de relacionarnos con ella, porque el modo actual ya no es sostenible. 2020 fue el año en donde la incertidumbre fue la principal protagonista de nuestras vidas. Esa incertidumbre que nos plantea ¿Qué pasara de ahora en más? ¿Tomaran impulso las acciones que se venían haciendo en materia de sustentabilidad o quedarán truncas? ¿Se podrán llevar a cabo los ODS?
A comienzos de 2020, debido a la disminución brusca de producción y circulación, se vivió un notable alivio ambiental, pero que solo fue pasajero. La naturaleza nos mostró su esplendor y su extraordinaria capacidad de recuperación con un claro mensaje que no podemos dejar de ver.
Evidentemente la humanidad va a tener que aprender a accionar desde otro lugar, en escenarios muy diferentes a los que estábamos acostumbrados, pero sin perder de vista lograr los objetivos de una agenda 2030 que también deberá cambiar su modo de abordaje. La realidad mundial actual es muy diferente al 2015 cuando se estableció dicha agenda, y los desafíos que se fueron presentando en este último año cambiaron totalmente el orden de urgencias y prioridades, poniendo a la luz la desigualdad tremenda en temas ambientales y sociales. Deberemos aprender a ser eficientes y sostenibles en una realidad muy diferente a la que conocíamos, cambiar de paradigma, un cambio de paradigma que nos exige un cambio de visión y nos desafía y ponernos desde otro lugar.
Hay grandes retos por delante en un nuevo escenario en el cual la economía circular nos brinda una gran oportunidad. Crear nuevas capacidades industriales, innovación, inversión en investigación y desarrollo, integración de distintos sectores. El desafío más grande para 2021 es claramente reencauzar la reactivación económica en un marco sustentable que tenga en cuenta al ambiente y al hombre en un desarrollo resiliente, duradero y más equitativo en todas sus formas, con acciones que fomenten la conservación de la naturaleza, con nuevos compromisos para trabajar en el cambio climático y urgentes medidas para la recuperación de espacios eco sistémicos
2020 fue el año de las “revelaciones” ya que nos dimos cuenta que aunque lo creíamos, no contábamos con un plan B y que la desestabilización y sus consecuencias pueden llegar a ser catastróficas. De acá en adelante, la recuperación económica no será posible sin incluir las variables sociales y ambientales.