Por Óscar Campana -hijo del fundador y responsable de Campanopolis, especialista en turismo.
En un momento crítico para nuestro planeta, los datos no dejan lugar a dudas: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación ambiental son problemas que requieren acciones urgentes. Según la ONU, cada año se producen más de 2 mil millones de toneladas de residuos en el mundo, de las cuales solo un pequeño porcentaje se recicla. Al mismo tiempo, la deforestación continúa a un ritmo alarmante, con 10 millones de hectáreas de bosques perdidos anualmente. Ante esta situación, la sustentabilidad se presenta no solo como una opción, sino como una necesidad a atender desde todos los sectores productivos.
¿Cómo podemos desde el turismo colaborar con esta situación? En este contexto, es fundamental poner el foco en aquellos espacios que no solo promueven el respeto por la naturaleza, sino que también actúan como ejemplos de lo que significa convivir en armonía con el medioambiente. Lugares que no solo embellecen el paisaje, sino que ofrecen una educación valiosa en torno a la ecología y el reciclaje, enseñando a las nuevas generaciones la importancia de reutilizar materiales y minimizar el impacto ambiental.
En la primavera, cuando la naturaleza florece y nos invita a reconectar con nuestro entorno, el tomar acciones como plantar árboles, entregar semillas de plantas autóctonas, o proponer actividades al aire libre en contacto con la naturaleza, son algunas de las estrategias que se pueden implementar para generar un cambio desde la actividad turística. Es así, una manera de poner en boca de todos la lucha por la conservación del medio ambiente.
Es un momento ideal para implementar y destacar prácticas sustentables desde el turismo; prácticas que no solo ofrecen experiencias inolvidables, sino que también contribuyen activamente a la protección y regeneración de los ecosistemas.
El legado de estos proyectos es más relevante que nunca. En un mundo que necesita urgentemente un cambio, el turismo sostenible aparece para enseñar que, con creatividad y compromiso, es posible transformar lo viejo en nuevo, lo desechado en valioso, y lo contaminado en un espacio lleno de vida. Nos muestra que, por ser una de las mayores industrias globales, puede dejar una verdadera huella positiva.
¿Qué sería del turismo sin la belleza de las flores y de los colores de la naturaleza? Terminado el invierno, esta estación nos invita a reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones y la posibilidad de un futuro e industria turística más sostenible.