A medida que líderes y expertos de todo el mundo se reúnen en la Conferencia de Biodiversidad de las Naciones Unidas -COP16- en Cali, Colombia, WWF y Fundación Vida Silvestre Argentina instan a los países a reconocer el valor de los pastizales y las sabanas naturales para proteger la biodiversidad y mitigar el cambio climático. Su importancia para la biodiversidad, el clima, la agricultura y la producción de alimentos ha sido sistemáticamente subvalorada y pasada por alto en todo el mundo.
Los pastizales y las sabanas naturales proveen funciones ecológicas irremplazables como el almacenamiento de carbono, protección contra las inundaciones, seguridad alimentaria a través de la producción responsable con el ambiente, además de poseer algunos de los niveles más altos de biodiversidad, especialmente en las regiones templadas. También son claves para la conectividad y los flujos ecológicos entre ecosistemas, como la Orinoquia, en Sudamérica, que sirve como corredor de especies y proporciona provisión y regulación de agua entre los Andes y la Amazonía. Además, los pastizales y las sabanas son fundamentales para las culturas llanera y gaucha, entre otras, muy características de algunoss países latinoamericanos.
La expansión de la agricultura, la conversión y el crecimiento urbano han reducido y alterado significativamente los ecosistemas de pastizales y sabanas de Sudamérica. En Argentina, se estima que entre 2000 y 2019 se perdieron más de 3 millones de hectáreas de pastizales naturales, siendo la ecorregión pampeana la más amenazada, hogar de especies icónicas y en peligro de extinción como el venado de las pampas. Además, millones de personas dependen de la salud de estos ecosistemas para vivir y alimentarse. En Paraguay, solo el 10% de los ecosistemas de sabanas y pastizales, como el Pantanal, están protegidos, aunque cubren casi un tercio del territorio del país. Las sabanas naturales representan el 42% de la Orinoquia colombiana. Sin embargo, están siendo transformadas a un ritmo alarmante de 200.000 hectáreas por año, convirtiéndolas en cultivos intensivos que afectan significativamente su biodiversidad y servicios ecosistémicos.
“En la lucha contra la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, todos los ecosistemas son importantes. Para alcanzar los objetivos de la CBD de la ONU y la CNMUCC, los gobiernos no pueden seguir ignorando a los pastizales y las sabanas”, dijo Martina Fleckstein, directora global de Políticas Alimentarias en WWF Internacional. “Si realmente queremos enfrentar las crisis interconectadas del clima y la biodiversidad, necesitamos estos aliados. El conocimiento sobre cómo proteger, gestionar de forma sostenible y restaurar estos ecosistemas ya existe. Ahora necesitamos ponerlo en práctica“.
Asegurar y mantener los pastizales y las sabanas naturales como ecosistemas saludables requiere de un enfoque estratégico a través de financiamiento innovador, compromisos globales y políticas nacionales:
- Proteger: aumentar el área conservada de manera efectiva en áreas protegidas ecológicamente representativas y otras medidas de conservación efectivas (OMEC), para incluir ejemplos viables bien conectados de todas las ecorregiones de pastizales y sabanas (Meta 3 del MGB).
- Gestionar: mejorar el manejo de los pastizales y sabanas del mundo para optimizar los niveles de pastoreo e impulsar la biodiversidad, para ayudar en la adaptación al cambio climático, aumentar el almacenamiento de carbono, reducir la compactación y la erosión, y aumentar otros servicios ecosistémicos asociados (Metas 8 y 10 del MGB)
- Restaurar: implementar acciones de restauración en grandes áreas de tierras degradadas para restaurar los servicios ecosistémicos y mejorar los medios de vida de más de mil millones de personas que viven en tierras agrícolas degradadas. (Meta 2 del MGB)
Los pastizales y sabanas en Argentina
Los cambios en el uso del suelo, principalmente para actividades agropecuarias no sustentables y expansión urbana, han reducido y alterado significativamente los ambientes de pastizales y sabanas de la Argentina, poniendo en riesgo su biodiversidad y afectando los servicios ecosistémicos que brindan a las poblaciones locales. Son los ecosistemas más transformados, y por ende los más escasos. Son fuente de numerosos servicios ecosistémicos entre los que se destacan la producción de alimentos, la regulación de los recursos hídricos y la provisión de hábitat para una gran diversidad biológica, gran parte de ella amenazada de extinción.
En Argentina cuatro grandes ecorregiones contienen ambientes de pastizales y sabanas, que han sido históricamente transformadas:
Pampas: la ecorregión Pampeana cubre alrededor del 60% del área de pastizales de Argentina, siendo la más extensa y ocupando cerca del 15% del territorio terrestre continental del país. Posee una notable biodiversidad que incluye alrededor de un centenar de mamíferos terrestres, como el icónico venado de las pampas. Alrededor del 80% de los pastizales pampeanos ya han sido transformados para actividades agrícolas y ganaderas, y sólo el 2,6% se encuentra bajo áreas protegidas.
Campos y Malezales: también llamada la Sabana Mesopotámica, esta ecorregión es una llanura ondulada cubierta con diferentes tipos de pastizales. La vegetación está formada en el norte por pajonales y pastizales, compuestos por diversas comunidades de herbáceas con especies típicas de las ecorregiones del Gran Chaco y del Bosque Atlántico. Poco más del 20% de los Campos y Malezales ya fueron convertidos, mientras que tan sólo el 1% se encuentra protegido.
Espinal: caracterizado por pastizales y bosques y denominado como la “pampa boscosa”, alberga muchas especies pampeanas que son afectadas por la caza y la transformación del hábitat. Gran parte del Espinal está ubicado en terrenos con un alto nivel de desarrollo agrícola y urbanístico, lo que llevó a que cerca del 50% fuera convertido. Sólo un 1,6% de su superficie se encuentra protegida.
Chaco Húmedo: forma parte del Gran Chaco y se caracteriza por su gran cantidad de cursos fluviales y humedales. Alberga una particular flora y fauna, destacándose la cantidad de especies de reptiles, aves y mamíferos, muy distinta a las regiones más secas de la región chaqueña. Esta ecorregión sufrió la conversión del 15% de su superficie, y del territorio remanente sólo alrededor del 1% se encuentra bajo alguna categoría de protección.
“Desde Fundación Vida Silvestre Argentina buscamos conservar y proteger los pastizales y sabanas naturales de nuestro país para preservar tanto las especies nativas y los servicios ambientales que proporcionan a la sociedad, como también los valores culturales asociados a estos paisajes. Trabajamos de forma colaborativa con diferentes sectores para impulsar la creación y mejora de la gestión de las áreas naturales protegidas, fomentamos la implementación de buenas prácticas ganaderas, que sean compatibles con la conservación de los ambientes naturales y promovemos el ordenamiento ambiental de las actividades productivas en estos paisajes” afirmó Paula Guzzetti, coordinadora del Programa de Pastizales y Sabanas de Fundación Vida Silvestre.