El 13 de diciembre concluyó en Riad, Arabia Saudita, la COP16 de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD). Aunque se esperaba un nuevo instrumento global para enfrentar las sequías, los Estados Parte no lograron acordar si este debía ser legalmente vinculante, dejando la decisión para la COP17, que se celebrará en Mongolia en 2026.
Pese a ello, se destacaron avances importantes: la creación de un Caucus para Pueblos Indígenas y Comunidades Locales, la renovación del mandato de la Interfaz Ciencia-Política y un compromiso para priorizar políticas sobre la gestión sostenible de pastizales.
En cuanto a financiamiento, se anunció la Alianza Mundial de Riad para la Resiliencia ante la Sequía, que busca movilizar más de 12.150 millones de dólares para ayudar a los países más vulnerables. También hubo aportes significativos para la iniciativa de la Gran Muralla Verde en África.
Por otro lado, se enfatizó en la necesidad de promover la agroecología como herramienta clave para restaurar suelos y combatir la desertificación. Además, se resaltó la urgencia de reducir desigualdades de género en el acceso y uso de la tierra.
En Argentina, donde el 70% del territorio corresponde a tierras secas y el 81,5% muestra signos de degradación, este tema es particularmente crítico. Ana Di Pangracio, de FARN, destacó que las decisiones internacionales son oportunidades para avanzar en la restauración de ecosistemas y enfrentar esta crisis.
La COP16 dejó en claro que, aunque hay avances, el desafío de abordar la desertificación y las sequías requiere decisiones más contundentes y urgentes.