Los incendios forestales son recurrentes en la región de América del Sur, y en el año en curso han aumentado por encima de la media de los últimos años. Algunos ejemplos en países sudamericanos:
- En Ecuador, el número de provincias en alerta roja por sequía pasó de 19 a 20, debido al peor déficit hídrico en más de seis décadas.
- Los incendios forestales en Colombia, a causa de la sequía y las altas temperaturas, se extendieron de cinco a siete departamentos, donde ya han consumido casi 11.000 hectáreas.
- Las cuentas en Perú van así: un total de 268 incendios forestales, de los cuales 198 se lograron extinguir, 24 fueron controlados y 46 siguen activos. Los principales focos activos continúan siendo los de las zonas selváticas, donde las llamas fueron atizadas por fuertes vientos a pesar de los intentos de bomberos por mitigarlos.
- El observatorio europeo Copernicus, que monitorea de cerca la situación en Suramérica, calificó los incendios en el Pantanal y en la Amazonía como los peores en casi dos décadas (Ver comunicado en inglés). De hecho, en agosto, un estudio de WWA concluyó que el cambio climático hizo que las condiciones de calor, sequedad y viento que provocaron los incendios forestales del Pantanal en junio fueran un 40% más intensas y entre 4 y 5 veces más probables, mientras que en enero, otro estudio de la WWA concluyó que el cambio climático era el principal impulsor de la excepcional sequía de 2023 en la cuenca del Amazonas.
Lo cierto es que, desde agosto, Suramérica experimenta grandes incendios forestales, los cuales han sido favorecidos por la severa sequía. Es más, y según los datos del Servicio de Vigilancia Atmosférica Copérnico (CAMS), las emisiones de carbono han estado constantemente por encima de la media (incluso batiendo récords nacionales y regionales), debido sobre todo a los graves incendios forestales de las regiones del Pantanal y el Amazonas, que han afectado gravemente a la calidad del aire en toda la región.
“En 2024, la actividad de los incendios forestales en Sudamérica ha sido notablemente superior a la media, especialmente en la región amazónica y en los humedales del Pantanal. El transporte de humo ha tenido repercusiones mucho más allá de las inmediaciones de los incendios, llegando incluso a cruzar el Atlántico. La escala del transporte de humo y los efectos en la calidad del aire son un indicador de la magnitud e intensidad de los incendios. Es imperativo seguir vigilando estos incendios forestales y sus emisiones para rastrear su impacto en la calidad del aire y la atmósfera”, dijo Mark Parrington, científico principal del Servicio de Vigilancia Atmosférica Copérnico (CAMS).
La Amazonía, el Gran Chaco y otros ecosistemas vitales están siendo devastados por más de 2,4 millones de focos de calor y un aumento del 620% en áreas afectadas por sequía extrema. A puertas de la COP16 de biodiversidad y la COP30 de cambio climático, líderes indígenas -guardianes ancestrales de estos territorios- llevarán su mensaje de urgencia y soluciones a un evento que se realizará el miércoles 25 de septiembre en Nueva York, a propósito de la Semana del Clima.)