Amanco Wavin analizó cómo el uso adecuado del agua tomó cada vez mayor relevancia y cuáles son las principales problemáticas que presentaron las grandes ciudades al respecto, en el marco del Día Mundial del Agua.
En Argentina, el sector de agua y saneamiento tiene brechas significativas en materia de cobertura, calidad y eficiencia de los servicios. Según estimaciones del Ministerio de Obras Públicas de la Nación en el 2019, el 88% de la población contaba con acceso a agua por red y el 63% a cloacas. Sin embargo, en el caso particular de los barrios populares, el acceso formal a servicios de agua y cloacas alcanzaba al 11,6% y 2,5%, respectivamente.
También entra en consideración la calidad del agua a la que se accede. De acuerdo con UN-Water, entidad que coordina el trabajo de la ONU sobre agua y saneamiento, el agua subterránea está contaminada en muchas áreas y descontaminarla suele ser un proceso largo y difícil. Esto aumenta los costos de procesamiento de las aguas subterráneas e incluso impide su uso. La exploración, la protección y el uso sostenible de las aguas subterráneas serán fundamentales para sobrevivir, adaptarse al cambio climático y satisfacer las necesidades de una población en crecimiento.
En el país, la pérdida de agua por fuga equivale al 40%. “Las ciudades no solo son grandes consumidoras de agua, sino que también ejercen la mayor presión sobre los sistemas e infraestructura. El aumento de la población urbana va de la mano de un aumento de la demanda de agua para la fabricación, la generación de energía térmica y el uso doméstico. Sin embargo, la infraestructura de agua actual no es capaz de distribuir de manera segura y eficiente esta cantidad de agua a través de las ciudades”, explicó Víctor Guajardo, gerente general de Amanco Wavin Argentina.
Es necesario que las ciudades se adapten y hagan frente a la escasez hídrica de forma eficaz, pero requiere de una mentalidad diferente. Para optimizar el recurso, de acuerdo con Amanco Wavin, las grandes ciudades deben tener en cuenta aspectos como:
La reparación de fugas de agua en áreas urbanas más grandes resultará en un menor desperdicio de agua limpia. Las aguas residuales y el agua de la atmósfera se pueden capturar y filtrar para reducir el uso de agua.
El agua se puede utilizar para la regulación del calor, lo que reduce el uso de recursos para calentar y enfriar. La implementación de estos conceptos de una forma u otra en los sistemas de las ciudades marcará una gran diferencia.
Es importante aplicar soluciones innovadoras como los SUDS (Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible), que involucran espacios más verdes y el reemplazo de superficies impermeables por otras que permitan la infiltración del agua en el suelo, como superficies vegetadas, pavimentos permeables, etc.
Los problemas del agua se abordan generalmente como un tema global cuando, en realidad, estos deben resolverse a nivel local. Para esto, la colaboración entre diferentes sectores es un factor clave para liderar el cambio.
En las áreas urbanas, el agua está disponible a través de las tuberías, lo que crea la ilusión de que el agua limpia y el agua potable no son recursos. Existe una necesidad evidente de un cambio de paradigma en la forma en que pensamos y manejamos el agua limpia.
“Todos somos parte de este cambio y es importante que alcemos nuestra voz para que quienes se encuentran en posiciones de liderazgo, miembros de gobierno, planificadores de obras y más, tomen mayor conciencia sobre esta problemática y realicen proyectos que ayuden a mitigarla, antes que la situación empeore. Las ciudades ya no pueden tratar el agua como mercadería y las medidas que tomemos en el presente serán de gran impacto para el futuro”, cerró Guajardo.